Tesla y los vehículos autónomos: ruta peligrosa
John Gapper © 2019 The Financial Times Ltd.
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John Gapper
Siempre es difícil saber cuán seriamente tomar las afirmaciones de Elon Musk en relación con sus productos. La presentación de Tesla de sus ambiciosos planes para los robotaxis autónomos representó una útil distracción de la reciente caída de ventas de la empresa y de la esperada revelación de los deficientes resultados del primer trimestre el miércoles. Su insistencia en que es una “locura financiera” comprar algo que no sea un Tesla puede tomarse con ciertas reservas.
Pero, esta vez, la brecha de credibilidad es más amplia que el exceso de optimismo acerca de cuán rápidamente progresará Tesla. Su visión de cómo la compañía debería ignorar el enfoque de la tecnología autónoma adoptada por los competidores y, en cambio, fabricar automóviles que se guíen por reconocimiento visual y por aprendizaje automático, es riesgosa para los conductores y es cuestionable para la misma Tesla.
Musk está decidido a demostrar que Tesla posee tecnología superior a la de competidores como Waymo, la unidad de vehículos autónomos de Alphabet, la compañía matriz de Google. Waymo y otras empresas han estado realizando pruebas de los robotaxis de autoconducción que siguen mapas tridimensionales de alta definición de sus alrededores en áreas definidas con “geoperimetraje” (conocido en inglés como “geofencing”) que establecen límites virtuales. Los vehículos están programados para no aventurarse más allá de los distritos que ya han sido mapeados.
Estos automóviles dependen del LIDAR, un sistema de medición y detección de objetos mediante láser. Un enorme escáner en la parte superior del vehículo emite pulsos de láser para monitorear el entorno a medida que avanzan los autos a su alrededor y para identificar a otros vehículos y transeúntes. Si conducen alrededor de una curva, los coches ya tienen una idea de lo que les espera del otro lado gracias al mapa incorporado, lo cual limita los riesgos.
Este enfoque no es lo suficientemente ambicioso para Musk. Él quiere que los Tesla realicen la tarea de autoconducirse sin lo que él llama las “muletas” de los mapas 3D o del LIDAR. En su lugar, Tesla ha diseñado su propio chip para procesar y comprender las imágenes provenientes de ocho cámaras, así como los datos de 12 sensores y de un radar.
Será muy impresionante si funciona, dado que cada Tesla tiene que “entender” el mundo mientras conduce (entrenado por los datos del resto de la flota).
Pero la tecnología es como un patinador sobre hielo intentando lograr un salto cuádruple en una competición: pudiera ser un éxito, pero, ¿por qué arriesgarse? Lograr una precisión del 99.99% no es suficiente cuando una sola falla, a velocidad, puede resultar letal.
Eso no debería detener el desarrollo de vehículos totalmente autónomos. El récord de los seres humanos de reaccionar ante eventos aleatorios en tiempo real mientras conducen está lejos de ser perfecto, y los robots algún día serán mucho más seguros. Pero saltar a la total autonomía en el mundo real, y a velocidad, como lo está intentando Musk, está repleto de peligros. Tesla ya está enfrentando preguntas acerca de pasados accidentes mortales que ocurrieron con su “piloto automático” activado.
La batalla entre los mapas y el reconocimiento de imágenes es más que un concurso tecnológico; se trata de compartir, versus ir por sí solo. Musk quiere que Tesla esté integrada verticalmente, desde fabricar sus propios vehículos y software, hasta operar una plataforma de robotaxis exclusivamente para los Tesla. Él quiere que Tesla controle el ecosistema, como una Apple automotriz.
Esto funciona bien en el caso de los iPhone, pero el intercambio de información es una cuestión de seguridad en el caso de los vehículos autónomos. Si todos siguieran el limitado enfoque de Musk, cada flota operaría aisladamente, calculando todo por sí misma. Sería más seguro que cada vehículo en un recorrido informara a otros de lo que ha “visto”.
El último problema que Musk corre el riesgo de sufrir es desdibujar la marca de Tesla. La gente identifica a los Tesla con un alto rendimiento, no con la utilidad de un servicio de taxi.
Un escéptico o un vendedor en corto de Tesla pudiera pensar que el Sr. Musk simplemente estaba especulando acerca de todo esto, con su perenne fe de que el futuro de la tecnología está a la vuelta de la esquina. Lo más preocupante es que él mismo lo cree.