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Venezuela y la Misión de Unasur

Tengo el honor, y, sobre todo, la responsabilidad de haber sido designado...

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Tengo el honor, y, sobre todo, la responsabilidad de haber sido designado por Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) como jefe de la Misión de Acompañamiento (observación) Electoral en los comicios venezolanos del domingo 7 de octubre. Señalo entre paréntesis “observación” porque en este caso se trata de desinstalar la idea de que los latinoamericanos, por nuestra propia historia de inestabilidad política, golpes de Estado, dictaduras militares, injerencias externas, fraudes electorales y gobernantes incompetentes o corruptos, están incapacitados para vigilar y cuidar la transparencia y limpieza de sus propios procesos electorales.



Unasur creó, entre otros, su Consejo Electoral, cuya presidencia pro témpore ejerce hoy Perú. La tarea en Venezuela el 7 de octubre será su primera misión. También será el principal organismo internacional que tendrá presencia en los comicios venezolanos. Ello implica una doble responsabilidad, porque así como nuestros gobiernos trabajan para construir democracias y economías que no sean tuteladas o condicionadas por factores de poder externos o internos, también tenemos que empezar a demostrar que somos suficientemente rigurosos y eficaces para garantizar procesos electorales indiscutidos desde el punto de vista de su legalidad .

Somos concientes que las misiones electorales desde ya muy delicadas, lo son aún más en sociedades fuertemente polarizadas donde muchas veces las acusaciones de fraudes o la existencia de irregularidades pueden funcionar como instrumento de combate político-partidario por quienes no han sido favorecidos por las urnas.

En otros casos -hoy absolutamente minoritarios en la región- una historia de autoritarismo, de fraudes acreditados, o de poca transparencia del sistema electoral pueden todavía hacer convivir la democracia con sombras o sospechas sobre la legitimidad de origen de los gobernantes.

Por el contrario hoy, a través de dolorosos aprendizajes, de las convicciones democráticas de las mayorías de nuestras sociedades, y por la legitimidad popular que necesitan los presidentes para liderar países que entre sus principales problemas y desafíos figuran la lucha contra la desigualdad, la pobreza y la marginación, Latinoamérica transita, a pesar de sus dificultades y sus deudas pendientes, la consolidación de un orden democrático estable.

No debemos olvidar que la ausencia de democracias estables ha sido sin duda una de las grandes debilidades -por cierto no la única- de la región. De aquí la necesidad de cuidarlas y protegerlas frente a las viejas o nuevas formas de golpismo. En este contexto debe comprenderse la posición de condena del Mercosur y de Unasur a los hechos acontecidos en Paraguay.

La importancia y la trascendencia de las elecciones del 7 de octubre en Venezuela son indiscutibles, porque el proceso venezolano así como reúne grandes apoyos internos y externos, también tiene detractores y opositores, y lo que hay que tratar de evitar, en la medida de las posibilidades de la región, y sin vulnerar la soberanía nacional, es que la transparencia de los comicios queden fuera de ese debate.

En nuestra tarea de acompañamiento electoral es relevante considerar un dato que muy pocos conocen, sobre todo quienes analizan la realidad desde la desinformación o los prejuicios, que Venezuela tiene hoy uno de los sistemas electorales más fuertes y tecnológicamente más avanzados de América Latina que asegura la transparencia, el control y la vigilancia de los comicios por quienes compiten en la elección, los partidos ,y también por los ciudadanos y por los organismos de observación electoral.

Por todo lo dicho y por los antecedentes de los últimos procesos electorales en Venezuela están dadas las condiciones para que -más allá de la radicalización de los discursos, la dureza de la confrontación y las visiones políticas antagónicas- el domingo 7 de octubre se pueda dar un paso importante en la consolidación de la democracia venezolana, porque en última instancia la legalidad y la transparencia de las elecciones se termina constituyendo en uno de los principales factores de cohesión de todos los venezolanos, independientemente del partido y el proyecto con que se sienten identificados.

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