Editorial

Ajuste en la regla estructural

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Junto con la Ley de Presupuestos 2016, el Ministerio de Hacienda dio a conocer un par de ajustes metodológicos a la regla de balance estructural. El primero, que parece razonable, es eliminar el ajuste por molibdeno, con escaso efecto práctico en las circunstancias actuales. El segundo ajuste merece algunos cuestionamientos, por cuanto permite diluir en el tiempo el necesario ajuste fiscal, y resulta menos transparente en mostrar el deterioro estructural que se está produciendo.

Los parámetros estructurales son estimados anualmente por comités de expertos, siendo usual que se modifiquen. En el período 2005-2012, con una fuerte alza del precio del cobre de tendencia, subieron también los ingresos estructurales, permitiendo un gran espacio de gasto adicional. Sin embargo, ahora que los parámetros registran una caída (más moderada que las alzas anteriores), y por ende los ingresos estructurales se ven afectados negativamente, se opta por un cambio metodológico para calcular el resultado estructural del año en curso. El efecto práctico es atenuar la necesidad de ajuste fiscal. En efecto, si se hubiera seguido la metodología anterior, se registraría un aumento del déficit estructural entre 2015 y 2016 de 0,9% del PIB a 1,3%, lo que haría más evidente la necesidad de moderar el gasto. Con la actual metodología se muestra una reducción de 1,6% a 1,3%.

Dado que es probable una reducción adicional de parámetros el próximo año, el cambio en la regla permitirá mostrar una reducción del déficit, cuando ocurrirá lo contrario. Por ende, de alguna forma no se sincera lo suficiente el serio problema de sostenibilidad fiscal que enfrenta el país.

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