Editorial

Ambiente de incertidumbre

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Lejos de comenzar a despejarse el clima de incertidumbre en el que deben desenvolverse los agentes privados en un período que es decisivo en materia de definiciones para el próximo año se ha tornado en una cuestión crónica y de alcances insospechados.

En efecto, en dos dimensiones críticas para la evaluación de proyectos y la planificación empresarial, a saber lo tributario y lo laboral, hay actualmente definiciones pendientes que pueden estar favoreciendo el compás de espera y la inacción por parte de los agentes económicos. Se trata de consideraciones muy tangibles a las empresas, las que ven multiplicados sus efectos ante un escenario económico internacional crecientemente complejo y cuando aún ronda la incertidumbre respecto de qué espera hacer la actual administración en materia constitucional.

La prueba a la que se está sometiendo a los inversionistas locales es inédita y superlativa y sus efectos en materia de desaceleración prometen acompañarnos por mucho tiempo. Así se colige del hecho de que las decisiones de inversión han estado congeladas por meses, dando forma a un pasivo que en términos macroeconómicos el país deberá saldar en cuotas y, al menos, a mediano plazo.

Hasta acá las autoridades no parecen estar plenamente conscientes de los riesgos sobrevinientes, conformándose con declaraciones y acciones que podrían no dar cuenta de la complejidad del momento. Es cierto, como dicen, que el país cuenta con solvencia en sus cifras e instituciones; pero también es cierto que, como ha ocurrido en el pasado, el desajuste en dos o tres variables decisivas (el cobre por ejemplo) puede ocasionar trastornos mayores y de alto costo.

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