Bases para el Presupuesto 2026
A pocos días de que se presente el proyecto de ley de Presupuesto 2026, que será ejecutado por el próximo Gobierno, hay expectación en el mercado por el camino que propondrán las actuales autoridades en su última iniciativa presupuestaria. La apretada situación en la que se encuentran las finanzas públicas, en buena medida explicada por una recurrente sobrestimación de los ingresos fiscales por parte de Dipres, obligan a actuar con realismo y no con voluntarismo, lo que implica la presentación de un presupuesto prudente y responsable.
El eje de la política fiscal chilena viene dado por el compromiso con una determinada evolución y meta de lo que se conoce como balance estructural, en el cual se ajustan los ingresos tributarios por el ciclo económico, tomando como referencia las estimaciones de PIB tendencial, y considerando también un precio del cobre indicativo de valores de más largo plazo. El sano principio de tender hacia un equilibrio en el balance estructural se ha venido desdibujando, lo que ha tenido como contrapartida un fuerte aumento en la deuda pública, que ya alcanza una cifra cercana a 43% del PIB, al borde de lo que se estima sería el límite prudencial para una economía como la chilena, sin afectar la clasificación de riesgo de la deuda soberana del país. En 2024, las proyecciones oficiales a comienzos del período apuntaban a un déficit estructural equivalente a 1,9% del PIB, pero la cifra que efectivamente se registró fue negativa en 3,2% por ciento. Y en lo que respecta a este año, la meta inicial era un déficit estructural de 1,6% del Producto y lo que se estima como cifra efectiva bordearía el 2%.
La tendencia de nuestras cuentas fiscales no es sostenible, siendo ahora el momento de introducir un cambio de timón. De persistir el aumento de la deuda pública, el pago de intereses obligará a desviar cada año un mayor volumen de recursos desde otros usos donde las urgencias son apremiantes, y en el evento de que se viera afectada la clasificación de riesgo el alza en el costo de endeudamiento agravaría aún más el problema. El ministro de Hacienda ha entregado señales de que el incremento en el gasto público de 2026 será inferior al del año en curso, que se estima entre 2% y 3%. Pero nuestra realidad fiscal obliga a actuar con mayor decisión desde ya. La propia comisión asesora convocada por el exministro Marcel entregó propuestas para ajustar el gasto en, a lo menos, US$ 2 mil millones, y sería altamente recomendable que ello ya empezara a incorporarse en el presupuesto 2026. Y en lo referido a la “holgura” presupuestaria que tradicionalmente el gobierno saliente deja a la nueva administración para que lo gaste de acuerdo a sus prioridades, sería más recomendable avanzar en la línea de la propuesta que ha circulado en las últimas semanas en cuanto a permitir a las nuevas autoridades reasignar gasto en un determinado porcentaje del presupuesto total. Una fórmula de este tipo permitiría cumplir de mejor forma el objetivo último que subyace a la tradicional “holgura republicana”.