Editorial

Ciclo de desaceleración

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El ciclo de desaceleración que vive la economía chilena, y que está a la par con el que se observa en varias naciones vecinas, es uno que los expertos estiman tiene componentes cíclicos y estructurales. Los primeros, generalmente transitorios, son abordables con políticas de estímulo fiscal y monetario, las que, por la vía de abaratar el costo del dinero o promover planes más o menos instantáneos de inversión, pueden lograr ciertos niveles de respuesta y estímulo en los indicadores de actividad. Los segundos, en cambio, son más complejos y difíciles de abordar, ya que normalmente su corrección supone implementar acciones de política pública más profundas y cuyos resultados son menos instantáneos.

En una reciente entrevista concedida a este medio por el director para América Latina de Moody’s Analytics, en el caso chileno hay abundante evidencia de que la desaceleración se explica de manera importante por cuestiones estructurales, apreciación que coincide con quienes ven en los altos costos energéticos, la rigidez del mercado del trabajo, atrasos en infraestructura, la baja productividad y las debilidades del sistema de capacitación laboral, entre otras variables, las claves de los problemas que hoy vive nuestra economía.

Se trata de temas que por bastante tiempo han estado presentes y en los cuales, como acaba de apuntar el ex presidente Lagos, urge avanzar con decisión política. Lo anterior impone articular de manera más clara las agendas que ya se han dado a conocer en materia de energía y productividad con nuevas propuestas sectoriales y, adicionalmente, atenuar los flancos de incertidumbre que aún preocupan al sector privado.

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