Editorial

Complejos datos para inicios del año

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El cuadro macroeconómico ha comenzado a ratificar que 2017 tendrá una partida bastante por debajo de las ya magras expectativas iniciales. Las últimas cifras sectoriales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), si bien una imagen parcial, llevaron al promedio de los analistas a revisar a la baja sus estimaciones para enero, el primer trimestre (donde la prolongada huelga de Escondida tiene una cuota no menor de responsabilidad), e incluso para el año, con algunos de ellos estimando como probable para 2017 el piso de las estimaciones del IPoM de diciembre del Banco Central.

El cuadro que se configura es delicado, además, porque se inscribe en una perspectiva que acumula varios años de desempeño mediocre y porque se proyecta hacia adelante como un factor de incertidumbre con miras a las revisiones que están haciendo las clasificadoras de riesgo de las perspectivas de Chile.

Los datos del mercado del trabajo tampoco resultaron alentadores, ya que vinieron a reafirmar que en ese ámbito hay una realidad dramática de empleos progresivamente más precarios, que se expresan en los recurrentes aumentos en los registros de “empleo por cuenta propia” y “sector comercio”.

Así las cosas, no pocos observadores de la evolución económica miran con preocupación que las pocas luces de modesto optimismo a futuro tengan que ver con el cambio político que se avecina (por las elecciones de fin de año) y con que hoy exista a nivel externo ciertos indicadores que se ven robustos y que permiten incubar un cuadro internacional que en lugar de hundir la débil performance local, terminen conteniendo o dando algo de oxígeno a una actividad debilitada.

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