Editorial

Democracia y plebiscitos

Más allá de los robustos aportes al debate público que han hecho constitucionalistas y cientistas políticos en orden a...

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Más allá de los robustos aportes al debate público que han hecho constitucionalistas y cientistas políticos en orden a desestimar no sólo la factibilidad de un plebiscito como mecanismo para destrabar el conflicto político-estudiantil, sino que también la efectividad de dicho instrumento para resolver los complejos temas en discusión. De igual forma, quienes han evaluado esta opción han remarcado que su uso implica que las instituciones que dan forma a nuestro sistema democrático evadan su responsabilidad, endosando sus obligaciones a un mecanismo que no está vigente hoy.



Desde la dimensión más política, el presidente de la Democracia Cristiana ha aportado al debate reflexiones que es importante tener a la vista, ya que el uso y abuso de la democracia “plebiscitaria” lleva en sí el germen y hasta puede ser sinónimo de una democracia populista, lo que puede derivar en imprevisibles trastornos en el devenir de una nación. Apelar a las masas para resolver temas de alta complejidad institucional, como ha quedado demostrado en numerosos episodios, puede tener efectos de alcances desastrosos, siendo en este plano un ejemplo clásico el del estado de California en EEUU, en donde el ejercicio de los plebiscitos derivó en la crónica negativa a establecer impuestos y la constante expansión de beneficios, desatando déficits y endeudamiento.

En resumen, ya sea porque los plazos no permitirían desanudar el actual conflicto; porque su ejercicio supone renegar de las instituciones democráticas vigentes o porque sus lógicas binarias y porque uso y abuso representa un claro riesgo de privilegiar el populismo, hablar de plebiscito hoy en Chile resulta improcedente e inadecuado.

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