Editorial

Diálogo energético

“Los gobiernos no debiesen avergonzarse de aprobar proyectos que son necesarios para el país”. Con estas palabras el biministro de Energía y Minería...

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“Los gobiernos no debiesen avergonzarse de aprobar proyectos que son necesarios para el país”. Con estas palabras el biministro de Energía y Minería, Laurence Golborne, durante una conferencia de Diario Financiero entró de lleno esta semana al ruedo de la creciente oposición que han levantado distintos proyectos energéticos en el país, especialmente los termoeléctricos.



Y el planteamiento del secretario de Estado parte de la base de lo necesario que es el desarrollo energético para el país, situación que por tanto requiere de una mirada de largo plazo y un acuerdo a nivel país respecto de lo que se quiere hacer en el futuro.

Pareciera que eso es justamente lo que está faltando como sociedad. El largo plazo en materia energética es una suerte de misterio para Chile, ya que la discusión -o análisis- a fondo no ha sido posible instalarla. 
Es sólo cosa de mirar lo que ha sucedido con el tema nuclear. El gobierno ha señalado que no tomará una decisión al respecto, pero eso no quiere decir que no pueda firmar convenios de colaboración, como el suscrito con Estados Unidos, que apunten al aprendizaje en torno a esta tecnología. Pero guiada por los sucesos ocurridos en Japón, la opinión pública ha sido lapidaria para descartar de plano este tipo de energía. Eso, sin todavía saber si es posible o no desarrollar este tipo de tecnología en Chile.

Lo propio en cuanto a oposición ha ocurrido con los proyectos termoeléctricos, siendo el episodio más emblemático el sucedido el año pasado con Barrancones, que pese a estar aprobada fue suspendida tras la intervención del presidente Piñera. Sin embargo, el país cuenta con una normativa de emisiones a la que deben ajustarse los proyectos termoléctricos. Por tanto, si cumplen con todos los requerimientos y mitigaciones que exige la autoridad, parece razonable que sean autorizados.

Pero más allá de la discusión en favor o en contra de una u otra tecnología, lo cierto es que el país enfrenta un escenario energético complicado para los próximos si es que quiere mantener un crecimiento del 6% y, por lo mismo, como lo ha planteado el gobierno es necesario establecer una matriz energética que acompañe ese desarrollo. Y su diseño también debe tomar en cuenta el potencial que tiene el país y el costo que implica la implementación de los distintos tipos de energía. 
¿Por qué no pensar que se deben planificar los próximos 20 años en materia energética? Es posible, pero ello no puede ser privativo de un gobierno, sino que necesariamente debe ser una meta país.

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