Editorial

En China, señales preocupantes

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La apuesta de Xi Jinping de ser reelegido para un tercer período de cinco años como Presidente está resultando inédita en varios sentidos, ninguno de ellos alentador de cara al futuro de China en el corto plazo y a sus relaciones con el mundo.

La primera razón es, desde luego, la posibilidad de que el 20° congreso del Partido Comunista que se celebra esta semana le entregue un tercer mandato. Cuando Deng Xiaoping logró instaurar en la Constitución un límite de dos períodos -que fue eliminado a instancias de Xi en 2018- lo hizo para evitar los riesgos de un liderazgo personalista como el de Mao. En cambio, Xi ha reeditado muchos de los rasgos del maoísmo, incluido un culto a su personalidad, lo que parece un alarmante retroceso respecto de los límites institucionales de sus antecesores en las dos décadas previas a su ascenso al poder.

No faltan motivos para un cambio de rumbo en variados aspectos del gobierno de Xi, pero todo indica que pretende perseverar en el camino que ha definido para su país.

Por otra parte, mientras aquellos presidieron una economía de crecimiento explosivo, Xi enfrenta el peor desempeño en lo que va del siglo. Parte de la explicación está en la pandemia y sus consecuencias, pero el reimpulso del dirigismo estatal y desconfianza de sector privado bajo Xi -al igual que su insistencia en la restrictiva política del Covid Cero- han agravado la crisis, al punto de dar pie a niveles de protesta y descontento pocas veces vistos en China.

Esto ha reforzado la tendencia histórica al autoritarismo y centralismo del Partido Comunista, y a una agenda nacionalista de tono incluso belicista, de lo cual el foco en la “recuperación” de Taiwán por cualquier medio es un inquietante ejemplo. El relativo agotamiento del modelo exportador chino, el tremendo desafío del cambio demográfico y la promesa incumplida de la Franja y la Ruta como motor de dinamismo económico se suman para configurar un cuadro preocupante.

Si, como todo indica, Xi obtiene un tercer mandato hasta 2027, no faltan motivos que aconsejen un cambio de rumbo en diversos aspectos de su gobierno. Hasta donde se sabe, sin embargo, la intención del líder chino es perseverar en el camino que él ha definido para su país.

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