Editorial

Finanzas públicas y economía: tiempos difíciles

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El Informe de Finanzas Públicas (IFP) correspondiente al primer trimestre de este año confirmó que se avecinan tiempos más difíciles para la economía chilena, por una combinación de factores internos y externos.

Así, en línea con la media del último IPoM del Banco Central y con las proyecciones del FMI el mes pasado, Hacienda redujo a 1,5% el crecimiento del PIB para 2022 (dos puntos menos que la estimación anterior en febrero), lo que su titular considera “una mayor dosis de realismo y consistencia”. Otras variables también hablan de un escenario más pesimista, ya que para la demanda interna se espera este año una baja de 1% (versus el 2,6% de alza previsto hace tres meses), mientras que la inflación promediaría un elevado 8,9%.

El “realismo” al que alude Hacienda debe entenderse como un llamado a la prudencia, tanto para el Ejecutivo como para el Congreso.

En materia fiscal, el Ejecutivo se hace cargo de la importancia de contener el endeudamiento público, incorporando un nuevo límite que se fija en 38,8% del PIB este año, y que iría aumentando progresivamente hasta 43,9% en 2026. Comparado con el 36% actual, ello representa un salto considerable que abre espacios para un importante aumento en el gasto fiscal. De alcanzarse esos niveles, la posibilidad de una rebaja en la clasificación de riesgo de Chile parece significativa, pero además dejaría escaso margen para asumir deuda adicional en caso de producirse nuevas emergencias.

Esto último, justamente cuando factores que no están bajo el control del gobierno -como los efectos inflacionarios de un rebrote de Covid en China que está presionando las cadenas de suministro, o las repercusiones de la guerra en Ucrania sobre el precio de los alimentos y la energía, entre otros- ensombrecen el panorama, al menos en el corto plazo. Dado que el IFP da cuenta de un escenario más ajustado que el estimado previamente, se esperaría un mayor énfasis en la necesidad de contener la expansión fiscal.

Con todo, el “realismo” al que alude Hacienda debe entenderse como un llamado a la prudencia, no solo para el Ejecutivo, sino para el conjunto de actores políticos, particularmente en el Congreso.

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