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Editorial

Gira presidencial a Asia

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 19 de mayo de 2025 a las 04:00 hrs.

La reciente gira del Presidente Gabriel Boric a Asia, enmarcada en un contexto geopolítico complejo y el auge de políticas proteccionistas, buscó reposicionar a Chile como socio confiable para la inversión extranjera y reafirmar el compromiso con una agenda de diversificación productiva. En ese contexto, la escala en China fue un capítulo central e incluyó una reunión de alto nivel entre el mandatario chileno y su par chino, Xi Jinping, en un viaje diplomáticamente correcto, pero con resultados acotados.

El fortalecimiento de los vínculos con el principal socio comercial tiene un valor relevante, aunque los resulltados tangibles fueron acotados.

El fortalecimiento del vínculo bilateral con el principal socio comercial de Chile tuvo, así, un valor simbólico relevante y la cita presidencial permitió reafirmar la voluntad de continuidad en la relación política y económica. Para una economía pequeña y abierta como la chilena, la posibilidad de sostener relaciones constructivas con ambos polos de la disputa global -China y EEUU- es una estrategia valiosa. Y en un entorno marcado por la fragmentación del comercio internacional y la relocalización de cadenas estratégicas, avanzar en vínculos económicos y diplomáticos con Asia, sin descuidar el equilibrio con otras alianzas tradicionales, permite preservar márgenes de autonomía y proyectar una política exterior coherente con los intereses nacionales de largo plazo. Bajo esa óptica, la gira contribuye a anclar la inserción internacional de Chile en una arquitectura global cada vez más desafiante.

Sin embargo, la gira no arrojó avances sustantivos en temas de mayor impacto estratégico.

La visita coincidió con señales contradictorias del entorno inmediato. Días antes de la partida del mandatario, se conoció la decisión de las empresas chinas BYD y Tsingshan de desistir de sus proyectos de inversión industrial vinculados al litio en el norte de Chile, por más de US$ 520 millones, en un escenario de creciente incertidumbre regulatoria y débil capacidad de ejecución de los acuerdos suscritos por el Estado chileno. Esta situación tensionó el objetivo central del viaje: consolidar a Chile como un destino confiable para inversiones estratégicas.

El discurso presidencial apeló a la apertura y la cooperación, resaltando los 54 años de relaciones diplomáticas con China y su condición de principal socio comercial de Chile. No obstante, en el plano económico, los resultados tangibles fueron acotados. No se anunciaron inversiones nuevas de magnitud ni avances concretos en la agenda de reindustrialización asociada al litio, pese a la insistencia del Gobierno en proyectar un rol más activo del Estado a través de alianzas público-privadas.

En el contexto actual, en que otros países de la región despliegan políticas activas de atracción de inversiones estratégicas, con incentivos claros y marcos regulatorios predecibles, la propuesta chilena aún aparece difusa. La solidez institucional, la certeza jurídica y la capacidad de ejecución serán claves si se aspira a consolidar una inserción internacional basada en mayor valor agregado.

Por ahora, la gira deja una señal política y un conjunto acotado de logros sectoriales. Convertir ese impulso en una estrategia efectiva de desarrollo productivo dependerá de las definiciones que el país tome en casa.

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