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Editorial

Golpe a la Estrategia Nacional del Litio

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 8 de mayo de 2025 a las 04:00 hrs.

La revelación de que las empresas chinas BYD y Tsingshan desistieron de llevar adelante sus respectivos proyectos de fabricación de cátodos y baterías utilizando litio chileno provocó sorpresa y puso en entredicho el diseño y los pilares que fundamentan la Estrategia Nacional del Litio, impulsada como eje central del Gobierno para industrializar el recurso y posicionar a Chile en la cadena de valor.

La pregunta de fondo es si los supuestos de este plan apuntan a los objetivos correctos en el contexto global de la transición energética.

Ambas firmas, que en conjunto se esperaba que invirtieran US$ 523 millones, fueron seleccionadas por Corfo como productores especializados, en un programa que les permitiría acceder a un precio preferencial del mineral y a un suministro proveniente de las operaciones de SQM hasta 2030. A cambio, Chile sumaría dos grandes proyectos que debían agregar valor a la cadena e impulsar la industrialización del litio en suelo nacional.

El desistimiento resulta, entonces, en un golpe a la estrategia nacional, sobre la cual es legítimo preguntarse si está efectivamente bien diseñada y si apunta a los objetivos correctos en el contexto global de la transición energética.

Ayer, distintos ministros la defendieron, argumentando que la caída de los proyectos chinos se debió principalmente a la baja en el precio del litio y a que una de las firma no logró constituirse en Chile. Pero como diversos expertos han hecho ver, mientras no haya agilidad del Estado para facilitar procedimientos, como el que precisamente impidió a Tsingshan inscribir una sociedad en suelo nacional y a BYD encontrar terrenos adecuados para instalar su factoría, no habrá estrategia ni política industrial que pueda funcionar.

Otras dudas tienen que ver con la evaluación de factores decisivos para que empresas de economías más avanzadas decidan instalarse en Chile y cómo estos fueron integrados en el diseño de la Estrategia Nacional. Nuestro país no cuenta con un ecosistema de industrialización especializado, no hay suficiente capital humano capacitado, la productividad promedio no se condice con los estándares que se requieren en estas industrias y las distancias geográficas hacen que la explotación de materias primas siga siendo una mejor alternativa costo-eficiente para los gigantes tecnológicos. La pregunta de fondo es si los supuestos de este plan están bien identificados a la luz de la realidad de la economía global, donde los centros de desarrollo de alta tecnología demandan capacidad instalada que no requiera años de evolución, entrenamiento o puesta en marcha.

Si a lo anterior se suman los largos plazos de tramitación ambiental que ralentizan cualquier gran inversión, el país seguirá viendo cómo fracasan proyectos clave que podrían generar un crecimiento económico real. Aún es posible corregir el rumbo, pero para eso se necesita honestidad para reconocer los límites actuales y valentía para sincerar el debate sobre las reales oportunidades que encierra la explotación del litio, con menos romanticismo y mucho más realismo.

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