Editorial

Otra oportunidad para reconstruir confianzas

  • T+
  • T-

Compartir

La Presidenta Michelle Bachelet finalmente ha tomado la decisión de cambiar su gabinete. Lo ha anunciado en forma inesperada durante una entrevista televisiva, dejando boquiabiertos a miles de telespectadores que, si bien esperaban hace tiempo, meses incluso, un cambio de rumbo significativo para enfrentar la crisis política que afronta el país -un sentir que transversalmente recorrió el mundo político y empresarial-, no anticiparon ni de lejos que la oportunidad de comunicarlo sería con esta puesta en escena.


Se trata de un golpe de efecto arriesgado. El impacto de anunciar así una determinación política de esta envergadura, con el agregado de que se da un espacio de hasra 72 horas para determinar su nuevo equipo de gobierno, por cierto ha contribuido a elevar las expectativas de una transformación mayor, de un golpe de timón, como se ha calificado, que configure un nuevo escenario en el que asentar de vuelta la confianza y las certezas.


Una consecuencia, entonces, es que la determinación presidencial de efectuar un cambio de ministros no puede soslayar que la población espera bastante más que una mera renovación de nombres, en un contexto donde por cierto las encuestas de Adimark y del CEP mantienen al gobierno en el punto más bajo de apoyo ciudadano.


El diseño definitivo de su equipo da a la mandataria la oportunidad de enfrentar, esta vez sí, decididamente y de modo más eficaz la crisis de confianza que amenaza a varias de las más importantes instituciones del país, y que, según advierten los más diversos sectores, tiene entrampadas decisiones políticas y económicas.


La agenda de probidad que propuso Bachelet al país tras recibir el informe de la Comisión Engel puede ahora tomar el rol preponderante y ordenador que no ha logrado hasta hoy porque, por un lado, en su mismo gabinete tenía flancos demasiado expuestos con el ministro Rodrigo Peñailillo cuestionado por sus asesorías a una empresa del operador político Giorgio Martelli y, por otro, porque fue opacado por el anuncio de un proceso constituyente que atizó un acalorado debate sobre sus consecuencias, sobre todo en el ámbito empresarial.


Esta señal de la mandataria también le da una oportunidad de, sin abandonar los principios más compartidos de su mandato y programa, orientar el proceso de reformas hacia un espacio de diálogo que efectivamente sea más conciliador y enfocado con mayor claridad y urgencia hacia el necesario crecimiento económico. El desarrollo inclusivo y la igualdad de oportunidades no se logran en un país que no crece, o que crece poco y que tiene virtualmente frenada la inversión del sector privado.


Se podrá, entonces, debatir sobre la forma de entregar la información, si era un modo republicano o no, si demoró demasiado o si debió dar a conocer inmediatamente a los nuevos ministros, pero un dato que parece incuestionable es que, después de varios intentos fallidos, con mea culpa y agendas de por medio, éste sí puede ser un golpe de timón para abrir una necesaria nueva etapa.

Lo más leído