Editorial

Perú: ¿nuevo gobierno, historia conocida?

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Los primeros días de Pedro Castillo como Presidente no entregan indicios de que Perú se encamine hacia resolver la crisis política que lo ha convertido a él en el quinto mandatario en cinco años. Más bien, tanto los polémicos nombramientos en su gabinete (y la dificultosa conformación del mismo) como algunas acciones iniciales del gobernante hacen temer que comience su mandato antagonizando al Congreso, justamente cuando la conflictiva relación entre el Ejecutivo y el Legislativo ha estado en la raíz de dicha crisis.

Castillo llegó al poder dando un giro hacia el centro en la campaña de segunda vuelta, tomando distancia del discurso populista que había catapultado su imprevisto liderazgo. Su alocución de toma de mando pareció confirmar ese giro, invitando comparaciones con la figura de Ollanta Humala, otro líder de raíz populista que viró al centro para ampliar su base electoral, y que se mantuvo así durante su gestión.

Para Castillo eso cumple una función política estratégica, pues el principal partido político que lo apoya -de línea chavista- carece de mayoría en el Congreso. Pero al incluir en su gabinete a ministros acusados de apología del terrorismo y casos de corrupción, entre otras cosas, ha invitado críticas transversales, incluso de sectores que le habían dado su apoyo en el balotaje contra Keiko Fujimori. La confirmación de un moderado como ministro de Economía, y la aparente continuidad del presidente del Banco Central, no impidieron un fuerte retroceso en la bolsa peruana (que sigue entre las de peor desempeño en el mundo), ni despejan los temores de un sello de gobierno más parecido al Castillo de la primera vuelta que de la segunda. Él mismo podría quedar “atrapado” por un cisma entre moderados y “radicales” al interior del gabinete.

Si ello inicia una ya conocida -y paralizante- dinámica en que el Congreso niega el voto de confianza al gobierno, para qué este responda disolviendo al Legislativo, que a su vez pueda declarar vacante la silla gubernamental, es un claro riesgo. Ha ocurrido antes.

Eso sería lamentable. Perú enfrenta una dura crisis económica muy agravada por la pandemia. La política debería ser parte de la solución, no del problema. Justamente esa fue la promesa de Castillo.

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