Editorial

Señales de Hacienda y expectativas

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Cumplido ya un mes del cambio de gabinete, parece bastante evidente que no se ha generado el esperado vuelco en las expectativas. Probablemente lo más positivo sea el reconocimiento por parte de las autoridades de gobierno y del Banco Central de que los factores internos son muy importantes a la hora de explicar el estancamiento de la actividad económica privada. Culpar al resto del mundo del freno de la inversión parecía muy poco exigente, considerando que el PIB mundial se expandiría este año en torno a un 3,4%, ritmo equivalente al del último cuarto de siglo.

Sin embargo, en aspectos más concretos, las señales son confusas, apuntando más bien a que no habrá cambios de rumbo. Relativamente positivo parece que el ministro de Hacienda diga que no se gastará lo que no se tiene y que le haya puesto coto a las crecientes aspiraciones de la CUT y algunos políticos en materia laboral. No obstante, en una reciente presentación en Icare el ministro Valdés volvió a decepcionar al decir que el deterioro de expectativas se explicaría principalmente por los escándalos del financiamiento de la política, mientras que las reformas tendrían sólo impacto de corto plazo en el crecimiento.

El sentido común apunta precisamente en el sentido contrario. No debería ser importante el efecto en la inversión y el crecimiento de un problema político cuyo conocimiento debería llevar a que se corrigiera en el futuro. En cambio, las reformas tributaria, laboral y constitucional deterioran el crecimiento de tendencia, efectos que no son contrarrestados con una reforma educacional que no avanza nada en la calidad de la misma.

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