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Editorial

Un año para reflexionar

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 30 de diciembre de 2022 a las 04:00 hrs.

El país comenzó este año sumido en una gran incertidumbre que se explicaba por diversas causas, internas y externas. Más que aliviarse, esa incertidumbre ha ido “mutando” a lo largo de estos 12 meses, pero en muchos sentidos el panorama que se abre hacia 2023 está, también, lleno de interrogantes.

En primer lugar, la campaña presidencial del año anterior había sido especialmente polarizada (y polarizante), tensionada entre lo que muchos percibieron, erróneamente, como dos opciones de extrema izquierda y extrema derecha, respectivamente. Aunque esa dicotomía rayaba en la caricatura, lo cierto es que ambas candidaturas de segunda vuelta -José Antonio Kast y Gabriel Boric- representaban lecturas radicalmente distintas -en muchos sentidos, opuestas- de los problemas del país y de las necesarias soluciones.

El próximo será un año para poner el acento en la gobernanza responsable y pragmática, antes que en el voluntarismo ideológico; y para renovar la confianza en los mecanismos democráticos, antes que en el autoritarismo y el populismo.

La victoria de Boric fue indiscutible, pero aun así significaba que 44% del electorado había votado por un proyecto de país muy distinto al del ganador, lo que inevitablemente abría un escenario político complejo a partir de 2022, más aun considerando que las coaliciones que apoyaban al Presidente electo -una diversidad que de por sí anticipaba dificultad en los consensos oficialistas- no habían obtenido mayorías legislativas. El tipo de reformas que avizoraba el futuro Gobierno -en impuestos, pensiones, trabajo, salud y otras áreas- hacían prever intensos y polarizados debates, es decir, muy pocas certezas.

El segundo gran factor de incertidumbre era, sin duda, el proceso constitucional en curso. Al iniciarse el año, la Convención Constitucional ya había consumido cerca de la mitad del tiempo asignado para su trabajo, gran parte de él en discusiones procedimentales, rencillas de facción y, en demasiadas ocasiones, actuaciones que hacían dudar a muchos chilenos de la calidad del trabajo que presentarían dentro de seis meses, al concluir su mandato.

Más aun, a esas alturas ya había razones para suponer que la propuesta constitucional de la Convención sería algo muy lejano a una reforma de la carta vigente, y más bien cercana a un texto de inspiración refundacional, que pondría en duda no sólo fundamentos legales, sino incluso pilares republicanos, como la unidad del Estado, la igualdad ante la ley y el conjunto de derechos y libertades asociados a una democracia liberal. En la práctica, así fue.

Y si a nivel doméstico todo apuntaba a un año complejo y con pocas certezas, el plano internacional también se presentaba desafiante. Aunque a inicios de año la pandemia del Covid-19 ya parecía ir en retroceso desde el punto de vista sanitario, ya era claro que los efectos económicos se prolongarían en el corto y mediano plazo. Principalmente, a través de una alta inflación a escala mundial producto de las disrupciones en los flujos de comercio y en el funcionamiento de las cadenas globales de valor. El prolongado cierre de algunos de los principales puertos del mundo, muchos de ellos en China -debido a la estricta política de Covid Cero impulsada férreamente por el Gobierno de Xi Jinping- era un indicador preocupante de problemas económicos para casi todos los países del orbe.

A poco de iniciado el año, en febrero, la invasión rusa de Ucrania introdujo variables hasta entonces impensadas en el escenario internacional -tanto económicas como geopolíticas-, que hasta hoy se hacen sentir en todos los análisis no sólo de 2022, sino del año ad portas de comenzar.

Con variaciones, ese recuento de factores que marcó el inicio de este año se ha mantenido a lo largo de estos 12 meses, y es a partir de ellos que se pueden analizar las perspectivas para el año 2023.

Por un lado, en distintos ámbitos, el nuevo Gobierno ha dado la razón a quienes temían que la inexperiencia de muchas de sus principales figuras sería motivo de problemas a nivel político y de gobernanza. Desde las erráticas posturas en materias como seguridad, terrorismo y migración -basta recordar la visita de la entonces ministra del Interior a La Araucanía o la llamada telefónica de otra ministra al líder de la CAM-, hasta un conjunto de reformas que, con el correr de los meses, han ido acumulando evidencia de contener propuestas dañinas para el crecimiento, la inversión, el ahorro y el empleo.

Esa opinión no se limita a la oposición, sino a un amplio consenso de expertos que -con datos y argumentos técnicos, no consignas ideológicas- han recomendado cambios en algunas medidas, y replanteamientos de fondo en otras, ya sean tributarias, previsionales o laborales, entre otras. Un debate más amplio y abierto a la crítica parece el camino indicado si lo que se busca es avanzar hacia el bien común.

A nivel constitucional, el rechazo del texto propuesto por la Convención fue un “sismo” político, y debe entregar lecciones respecto de lo que los chilenos aspiran para su carta fundamental: perfeccionamiento, no refundación. El nuevo proceso que ha iniciado el Congreso debe hacerse cargo de los errores del anterior, y poner a la moderación y al juicio constitucional experto al centro de la discusión.

En el plano internacional, la inesperada prolongación de la guerra en Ucrania impone una actualización del análisis geopolítico y en temas como la inflación general, pero en especial de los precios de la energía, los que han obligado a un bienvenido y renovado énfasis en fuentes alternativas y más limpias que los hidrocarburos, en las cuales Chile puede ser un actor relevante, si toma las decisiones correctas.

La situación en China, finalmente, supone nuevos desafíos, pero sobre todo nuevos motivos de incertidumbre, pues el esperado fin de la política de Covid Cero -que representaba un freno para la segunda economía del mundo-, está resultando en una nueva ola de contagios que, para los chinos, es algo desconocido en esta pandemia. Los efectos económicos hacia 2023 distan de ser claramente previsibles.

El próximo será un año complejo en muchas dimensiones. Esta es una mayor razón para poner el acento en la gobernanza responsable y pragmática, antes que en el voluntarismo ideológico; y para renovar la confianza en los mecanismos democráticos, antes que en el autoritarismo y el populismo, que prometen soluciones fáciles, pero que invariablemente decepcionan, y que erosionan tanto el Estado de derecho como la convivencia democrática.

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