Tribuna libre
Paola Cabello
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En las últimas semanas se ha levantado un cuestionamiento sobre la dirección de la política fiscal del actual gobierno. En concreto, se ha puesto en tela de juicio la expansión fiscal del último trimestre aseverando que resulta más expansiva que en los meses precedentes y, a su vez, se ha criticado la falta de un compromiso con la austeridad fiscal.
El contexto macroeconómico mundial ha tenido un vuelco. El contagio inflacionario es algo que preocupa a los bancos centrales mundiales y sin lugar a dudas, afecta a nuestro país. En este sentido, tanto la política fiscal como monetaria han demostrado el compromiso de trabajar en conjunto y sortear los shocks externos.
La política monetaria ha mantenido una normalización pausada, anticipando que la inflación se ubique en torno al tope de la brecha inflacionaria. La pausa permite mantener las buenas cifras de crecimiento e incidir de manera más contenida en un impacto a la baja del tipo de cambio.
En relación a la política fiscal, ésta ha dado claras señales de ser más restrictiva y de, por primera vez en los últimos siete años, proyectar un gasto público inferior al Producto Interno Bruto (PIB).
El compromiso con un gasto más austero tuvo como mejor ejemplo la elaboración del erario fiscal en actual ejecución. Este hecho no va en desmedro alguno de las políticas sociales, muy por el contario, el gobierno ha logrado mejorar la eficiencia en la gestión, en especial en el uso y destino de los recursos fiscales y por sobre todo, potenciar medidas de corte microeconómico que mejoren y sustenten el crecimiento económico, permitiendo de ser necesario el apoyo fiscal de políticas emblemáticas como el financiamiento del postnatal y la eliminación del 7,0% de salud a los jubilados, incentivando de manera paralela que la brecha Gasto-Producto se mantenga.
Cabe señalar que la política fiscal de balance estructural tendrá un rediseño durante este año. El Comité asesor, convocado por el Ministerio de Hacienda en mayo del año pasado, ha hecho indicaciones sobre la política fiscal basada en esta regla. Si bien algunas recomendaciones fueron utilizadas en el presupuesto del sector público de este año, se espera que el nuevo cálculo permita un balance cíclico ajustado que no sólo se torne más simple, sino que además, mejore la predicción y la viabilidad del sistema.
Sin lugar a dudas, este cambio metodológico, acompañado de las mejoras en la estimación del precio del cobre y de las expectativas de crecimiento, permiten estimar una holgura fiscal que perfectamente facilitaría el financiar el desarrollo y la puesta en marcha de programas sociales que sustenten la movilidad social.
Los lineamientos fiscales y monetarios no sólo se encuentran establecidos, sino que listos para hacer frente a un contexto externo que se ha tornado más adverso. El contagio en las fluctuaciones económicas han sido sorteadas de manera favorable, no debería de extrañar que se mantengan esas condiciones.
El llamado es a seguir trabajando en desarrollar las políticas microeconómicas que harán del crecimiento sobre el 6,0% una realidad y permitirán cumplir con la meta de ser un país desarrollado inclusive antes del 2018 con un claro compromiso con las políticas sociales.