Editorial

Política exterior: el TPP-11 como oportunidad

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Son muchos los flancos en que la impericia del Gobierno se ha hecho notar en materia de política exterior, con inevitables consecuencias para las relaciones internacionales de Chile.

Desde el fallido nombramiento del embajador en China al reciente (y por completo innecesario) roce con el embajador de Israel en nuestro país, pasando por las gaffes presidenciales sobre el rey de España y ante el enviado especial de EEUU para el clima, la falta de agreement para el embajador designado en Brasil por sus anteriores críticas a dicho gobierno, o los polémicos dichos del representante diplomático chileno en Madrid sobre la desigualdad en los últimos 30 años, los ejemplos de una diplomacia poco pulcra han sido motivo de controversia.

Un flanco especialmente delicado -por las implicancias que tiene para la inserción comercial y las relaciones de Chile en un área tan estratégica como el Asia Pacífico- ha sido la ratificación del TPP-11, pendiente en el Senado hace ya cuatro años.

Si bien el sector más de izquierda del oficialismo se opone al acuerdo con argumentos que no se sustentan en el texto firmado por Chile en 2016 y ratificado en 2018 por la Cámara de Diputados –“(aspectos de) estos tratados comerciales que tienen un sesgo neoliberal que condicionan la transición hacia un nuevo modelo de desarrollo”-, otros partidos oficialistas están abiertos a agilizar su tramitación, como también parte del gabinete, incluyendo al Ministerio de Hacienda y la propia Cancillería.

La actual ambigüedad del Presidente Boric -quien como diputado se opuso a la iniciativa, pero hoy sólo comenta que impulsarla no es parte de su programa, sin rechazarla de plano- contribuye a una incertidumbre que dilata una resolución. Las ventajas de ratificar el acuerdo son bien conocidas, como se ha insistido en este espacio, y la reticencia a aprobarlo tiene raíces que son más bien político-ideológicas, antes que técnicas y objetivas.

El Gobierno tiene aquí una doble oportunidad de respaldar un acuerdo alineado con el interés de Chile y de marcar un hito positivo en su hasta ahora errática política internacional.

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