Cuando la junta de La Polar fue despedida por fraude hace dos años, muchos miraron la desgracia del retailer como un ejemplo del lado más oscuro del éxito corporativo de Chile, y como un augurio de por qué el país probablemente girará a la izquierda el domingo.
El escándalo de La Polar avivó protestas a nivel nacional en contra de la inequidad y por la educación gratuita, abriendo el camino para Michelle Bachelet, la ex presidenta de centro izquierda quien ha hecho campaña sobre una plataforma de mayores impuestos empresariales para financiar las reformas educacionales, y se espera que logre con facilidad el triunfo en la segunda vuelta.
"La compañía había estado falsificando groseramente sus cuentas", admite César Barros, ex titular de la asociación de la industria salmonera de Chile, quien llegó para rescatar al cuarto mayor minorista de la bancarrota.
"El nuevo equipo ha fijado un ejemplo de cómo hacer las cosas bien cuando se habían hecho tan mal".
En el escenario nacional, pocos harán declaraciones similares sobre la saliente administración del presidente de centro derecha Sebastián Piñera. En los últimos cuatro años, la economía ha crecido, la productividad ha mejorado, el desempleo ha bajado a mínimos históricos, como la pobreza, y las firmas locales han continuado su expansión en el exterior.
Aun así, tales éxitos, que simbolizan la transformación de Chile desde uno de los países más pobres de la región a uno de los más ricos en los últimos 30 años, han fracasado en promover un mayor sentido de inclusión en un país que es el más desigual de la OCDE.
"El péndulo está oscilando hacia el otro lado", afirma Jorge Errázuriz, quien fundó el principal banco de inversión chileno, Celfin.
Un emblema de esa inequidad es la concentración de riqueza en el mayor conglomerado empresarial del país, controlado por la familia Luksic. Su subsidiaria listada en Londres, Antofagasta, opera una de las mayores minas de cobre del mundo. También tiene participaciones mayoritarias en el mayor banco, Banco de Chile, una empresa cervecera monopólica, y un canal de televisión líder. También posee 37% de la mayor naviera de América Latina.
A pesar de las esperanzas de los estudiantes comunistas que se han unido a la coalición de Bachelet, nadie espera una revolución cuando la ex pediatra de 62 años vista la banda presidencial en marzo. Una encuesta publicada esta semana por Ipsos y la Universidad de Santiago revela su victoria, con 66% de los votos, contra la candidata de centro derecha Evelyn Matthei.
Bachelet se hizo un nombre como pragmática en su administración anterior, que se extendió desde 2006 hasta 2010. También carece de una mayoría suficiente en el Congreso para cambiar la constitución. No obstante, se ha comprometido a mejorar la igualdad mediante la implementación de una reforma tributaria, la que incluye un aumento de los impuestos a las sociedades de 20% a 25%, y la eliminación de las exenciones fiscales.
"Podemos vivir con un aumento del impuestos a las empresas si ese es el precio que tenemos que pagar para que el gobierno pueda hacer estos cambios", dijo un ejecutivo de alto nivel en referencia a las mejoras necesarias en el sistema educativo de Chile, como muchos dicen, para aumentar las perspectivas de crecimiento a largo plazo.
Preocupación concreta
Una preocupación concreta, sin embargo, es la propuesta de Bachelet de eliminar una ley, conocida como DL 600, que encarna lo que la OCDE ha llamado "uno de los activos más valiosos del país. . . su marco estable y transparente la política de inversiones extranjeras ", especialmente cuando se trata de un tratamiento fiscal.
No sólo es el sector minero de cobre de Chile, que representa un tercio de la producción mundial, el que cuenta con la presencia de gigantes globales como BHP Billiton, Rio Tinto y Anglo American: grandes empresas extranjeras se distribuyen en toda la economía. Otra preocupación persistente es el futuro de la Alianza del Pacífico, un grupo comercial que incluye a Colombia, México y Perú y que Chile espera perfeccionará su estatus como una de las economías más abiertas.
El mes pasado, Bachelet acogió calurosamente al ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien se encontraba en Santiago promoviendo el bloque comercial más proteccionista de la región, el Mercosur. La estrecha relación de Bachelet con las líderes femeninas de Mercosur, Dilma Rousseff de Brasil, y Cristina Fernández de Argentina, han provocado preocupación.
Errázuriz, quien está involucrado en la promoción de la Alianza del Pacífico, cuestiona el compromiso de Bachelet con el grupo de libre comercio. Aun así, es probable que el cambio que sea gradual bajo la presidencia de Bachelet; nadie espera que un país con más de 60 acuerdos de libre comercio se convierta de la noche a la mañana en uno proteccionista.
"La mayor protección que tenemos al sistema vigente es que ha funcionado", concluyó Errázuriz.
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