Italianos esperan retribución de compromiso presupuestario

Cuando los mercados abran hoy día, Silvio Berlusconi estará en la costa, esperando ansioso ver si las medidas extra de recorte de déficit que anunció apresuradamente la semana pasada serán suficientes para controlar la marea con el esperado apoyo del Banco Central Europeo.

Los críticos sugieren que la ausencia del premier italiano difícilmente importa, dado que las políticas económicas están siendo dictadas desde fuera de Italia, a medida que el país pasa a ser el último frente en la batalla por salvar al euro.

El viernes llegó una carta del gobernador del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, y su sucesor designado, Mario Draghi, jefe del Banco de Italia, estableciendo las demandas del BCE: un presupuesto balanceado para 2013, recortes de gastos inmediatos y medidas para impulsar la moribunda economía italiana.

La carta, confirmada por fuentes bancarias, siguió a días de aplazamientos de Berlusconi, quien, en un discurso al parlamento no logró captar la gravedad de la crisis. Berlusconi y su ministro de Hacienda, Giulio Tremonti, anunciaron vagas medidas de liberalización la noche del viernes. Para Bruselas no fue suficiente. Olli Rehn, comisario económico y monetario de la Comisión Europea, ofreció su apoyo al plan, pidiéndole al gobierno “traducirlo rápidamente en medidas concretas”.

En tanto en Roma, ansiosos por persuadir al BCE de que Italia estaba avanzando, entregaron ayer detalles de sus decisiones al BCE, con un cronograma que incluye citar al parlamento que vuelva de vacaciones este jueves.

Pese al sentido de urgencia, hay dudas respecto de la capacidad del gobierno de coalición, con una estrecha mayoría en el parlamento, de cumplir lo prometido y completar su mandato, que se extiende hasta 2013.

Pero hay señales de que Italia empieza a unirse como nación, con los italianos declarándose capaces de hacer frente a la emergencia.