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Columnista

La resistencia al cambio: un desafío humano en tiempos de transformación

Por Ángela Martínez, directora de experiencia institucional de la Universidad Adolfo Ibáñez #Soy Promociona

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 10 de octubre de 2025 a las 10:00 hrs.

En tiempos de transformación acelerada —tanto en el ámbito económico como en el social— la resistencia al cambio sigue siendo uno de los factores humanos más subestimados y, al mismo tiempo, más determinantes en los procesos de evolución, tanto individuales como organizacionales.

Contrario a lo que muchas veces se piensa, resistirse al cambio no es sinónimo de inmadurez o de falta de visión. Es una respuesta natural del ser humano frente a lo desconocido. El cambio genera incertidumbre, y esta activa mecanismos de defensa profundamente arraigados: necesidad de control, miedo a la pérdida, apego a lo conocido, incluso cuando eso conocido ya no es funcional.

En contextos laborales, esta resistencia puede manifestarse como rigidez en los equipos, rechazo a nuevas tecnologías, desgaste emocional en procesos de reorganización o, en casos más extremos, la pérdida de talento por falta de espacios seguros para transitar lo nuevo. En el plano interpersonal, se traduce en vínculos que se sostienen por inercia, por hábito o por temor a enfrentar las implicancias emocionales de una transformación.

Lo importante es comprender que el cambio —personal, profesional o estructural— no se impone: se acompaña. Y para ello, es necesario crear culturas y entornos donde el proceso emocional del cambio sea validado, no solo gestionado. Las empresas, al igual que las personas, atraviesan transiciones que requieren algo más que eficiencia: requieren sentido, propósito y humanidad.

 Superar la resistencia al cambio no es cuestión de voluntad únicamente. Es un proceso que exige reflexión, empatía y tiempo. Identificar los patrones que nos atan al statu quo es tan importante como diseñar las estrategias que nos proyecten al futuro.

En un mundo donde lo único constante es el cambio, la verdadera ventaja competitiva —y emocional— será la capacidad de adaptarnos sin perdernos, transformarnos sin fracturarnos, y evolucionar sin dejar de ser coherentes con lo que somos.

Abrazar el cambio y comprender que llegó para quedarse, nos permitirá crecer y avanzar.

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