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Impuestos verdes


Señor Director:


He escuchado demasiadas veces estos días que es bueno que la reforma tributaria contemple “impuestos verdes” porque así “el que contamina, paga”.

“El que contamina, paga” es un principio inspirador de la regulación ambiental, que implica que quién genera la contaminación, debe asumir su costo. Entender que el principio se trata sólo de que aquél que ocasionó contaminación debe pagar un monto en dinero por ella, es una interpretación burda y simplista.

Lo cierto, es que el principio del contaminador-pagador tiene una dimensión preventiva que implica que el que produce una externalidad negativa (como una emisión) debe asumir -internalizar- el costo de impedir o reducir dicha externalidad. Las normas de emisión, entre ellas la norma de emisión de centrales termoeléctricas, son una expresión de dicha dimensión, que permiten disminuir las emisiones.

¿Cómo? Para cumplir con los límites de emisión que establece la norma, las generadoras tienen que comprar la tecnología necesaria para lograr disminuir las emisiones, que es lo que beneficia al medio ambiente y a la salud de las personas.

Entonces, esgrimir que recién con el impuesto por fin se aplicará este principio no tiene sentido, ya que el principio se está aplicando y el que contamina ya está pagando.

Sebastián Eguren L.

¿Y el IVA?


Señor Director:


En las últimas semanas se han sincerado las motivaciones de la reforma tributaria que se está discutiendo en el Congreso, quedando claro que no sólo se está tratando de recaudar más recursos para una reforma educacional, sino que también se pretende a través de esa iniciativa mejorar la redistribución del ingreso. Sin embargo, para lograr este último objetivo se echa de menos una reforma básica, cual es la rebaja del IVA.

En efecto, Chile tiene uno de los impuestos al valor agregado más alto de los países de la OCDE. La tasa única del 19%, no tiene comparación alguna con el 6% de VAT que se paga en promedio en Estados Unidos, o con las tasas reducidas de países europeos en torno al 5% al 12%, en los cuales existe una tasa general, similar a la nuestra, pero también una reducida y otra súper reducida, dependiendo del bien o servicio al que aplica, en que los bienes y servicios básicos y de mayor consumo, son los beneficiados. En Chile tenemos una tasa única muy alta, lo que es totalmente regresivo. Los 
$ 190 de IVA que paga un indigente por un kilo de pan en Cerro Navia, son los mismos $ 190 que se pagan por ese mismo impuesto en la mejor panadería de Vitacura.

Si la Nueva Mayoría quiere ser consecuente y creíble en su discurso, entonces debe bajar el IVA.

Felipe Bascuñán Montaner


Abogado

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