Trump I
Señor Director:
El resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos corrobora una vez más que quienes elaboran y analizan encuestas pasan buena parte de su tiempo elucubrando predicciones, y otro buen tanto del tiempo intentando descubrir qué intrincadas variables inesperadas o inexplicables hicieron que equivocaran sus resultados …
Juan Luis Hernández Viera
Ingeniero Civil UC
Trump II
Señor Director:
Los medios de comunicación, la encuestas, las casas de apuestas, las bolsas; todos eran contestes en imaginar un resultado quizás apretado, pero claro, para Clinton. Pero ello no fue así. Una buena lección que a primera vista se alza es la siguiente: se castigó socialmente a los votantes de Trump, de modo de que en una democracia incluso madura no sintieron la confianza pública de manifestar su apoyo real, lo que distorsionó, como vemos, de forma determinante en las aproximaciones.
¿A qué se debió esto? A la arrogancia moral del “progresismo”, que instala en las sociedades modernas una tiranía de lo “políticamente correcto”. Uno puede estar en desacuerdo con muchas de las ideas y actitudes de Trump, pero pontificar contra el votante común y contentarse conque no se exprese a favor de un contrincante no es deseable, porque se producen estas distorsiones, se empobrece el debate público y se baja la guardia. Si democracia queremos, nuestros conciudadanos deben poder expresarse con la confianza de que serán tolerados y que podrán enfrentar sus ideas en un marco de respeto.
Joaquín Rodríguez Droguett
Analista del Círculo Acton
Trump III
Señor Director:
Con la elección de Trump, una vez más será puesta a prueba la experiencia de países que eligen personas en el cargo de presidente que reniegan de la política tradicional, personificando cambios radicales, pero igualmente apoyados por la misma política que no quiere perder su vigencia y sus cuotas de poder…
Luis Enrique Soler Milla
AFP, las “culpables de turno”
Señor Director:
Increíble la rapidez con que se pasó desde la “profunda” discusión para cambiar la Constitución – causa de muchos de nuestros males, según nos decían –, hacia la “más profunda” discusión en torno al sistema de pensiones. No hay duda que este es un tema eminentemente técnico, no obstante los que más hablan son los que menos saben, lo que conlleva a propuestas populistas que no ayudan a llegar a una mejor solución.
Se repite profusamente el eslogan No + AFP, como si esto conllevara taxativamente a una mejora en las pensiones de las personas. Ello no es así. Las pensiones dependen de muchas variables, entre las que destacan densidad de cotización, años cotizados, período de jubilación, salarios durante la vida activa, rentabilidad, etc. De estas – como ya se ha dicho por varios economistas –, sólo la rentabilidad depende de las AFP, que a la luz de lo hecho parece bastante favorable para las personas. Todo lo demás es ajeno a las AFP, pero seguimos escuchando majaderías que poco ayudan al problema de fondo. En esta línea se suman dos importantes figuras políticas, una proponiendo un administrador público que por alguna razón mágica va a funcionar de forma excelente (quizás casi tan bien como el Transantiago); y otra criticando el alza en la edad de jubilación, y de paso desconociendo la solidaridad del sistema actual que contribuye con un pilar pagado por todos. Así las cosas, entre tanta demagogia, no se van a mejorar las pensiones, pero eso poco parece importar.
Y el tema no se queda aquí, pues vamos transitando por un camino cada vez más lleno de ideas estatistas milagrosas. Ayer fue el transporte (ya sabemos la plata perdida), después la educación (¿calidad?), hoy las pensiones, mañana quien sabe qué cosa… lo que sea con tal de ganar apoyo circunstancial.
Félix Berríos Theodoluz
Magíster Economía, PUC