Cartas al Director
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Confianzas
Señor Director:
El descrédito en las instituciones está llegando a su punto álgido, tanto por el estado crítico como por la posibilidad de congelar e inmovilizar los liderazgos. Es ya un cliché decir que en el idioma chino la palabra crisis simboliza oportunidad, pero para que ello ocurra se requiere de lucidez y saber mirar por sobre las copas de este bosque enmarañado que es el escenario político-empresarial de estos días.
Surge un clamor: quienes aspiran a la recuperación de un estado de equilibrio –representado por menos portadas de diarios con escándalos– declaran la necesidad de hacer todo lo posible por recuperar la confianza. Mi pregunta es si alguna vez se puede recobrar un valor intangible tan valioso y difícil de construir. El símil está en la inocencia.
La verdad es que no creo que podamos recuperar la confianza perdida, porque aquella tenía muchas características de la "confianza ciega" que describe el filósofo José Andrés Murillo. Estando en la palestra la respetabilidad de personas que ocupan o han ocupado cargos institucionales o han ejercido poder empresarial, ese voto de confianza no sólo se diluye sino se transforma en indignación. Por eso, creo que el camino no es recuperar sino construir una nueva confianza, una "confianza lúcida", basada en la valoración del "otro" en un plano de igualdad, y en la valoración del vínculo.
A quienes están en posición de poder –económico, político, religiosos o social- sólo les queda el camino de la humildad para conocer y darse a conocer, para iniciar diálogos abiertos, sin agendas previas, actuar sobre bases de legitimidad (no sólo legalidad) y tener paciencia, mucha paciencia.
Ignacio Larraechea
Gerente general ACCIÓN
Periodismo y catástrofes
Señor Director:
Durante los últimos días, he visto como un número importante de personas deslizan enormes críticas a la labor que cumple el periodismo en la cobertura de las catástrofes. Por un lado, se comenta que la labor informativa en esta dimensión sólo cumple una tarea en la que se siembra el terror por dar a conocer el número de fallecidos y desaparecidos. También, se dice que los periodistas han alarmado más de la cuenta a la hora de dar a conocer los pormenores del aluvión en el norte del país.
Con estas críticas sólo se está tapando el sol con un dedo, por cuanto la labor informativa, en su esencia, refuerza el concepto del "factor humano" dentro de la noticia. En ésta, es el propio lector el que entrega un protagonismo e importancia a un determinado suceso. Esta tendencia es posible verla en miles de usuarios de Twitter y Facebook, que publican minuto a minuto videos alusivos a la tragedia, con información errónea y que en la mayoría de las veces, se confunde con el periodismo profesional que no sólo muestra una realidad, sino que también, refuerza un llamado al gobierno a actuar con rapidez y eficacia ante siniestros de esta magnitud.
Por ahora me quedo con que el periodismo sí está cumpliendo y aportando a la sociedad civil al momento de mostrar e informar sobre las faenas que cientos de personas organizadas e instituciones de toda índole están desarrollando para ayudar a los damnificados. Al final del día, son las personas unidas en una causa común quienes resuelven crisis como las que viven nuestros compatriotas en las zonas afectadas por los aluviones. Y esto último sí se está informando.
Nicolás ward Edwards
Periodista y asesor comunicacional
Tráfico de influencia
Señor Director:
Lo más común es destacar que los privados corrompen a los funcionarios públicos bajo la figura del cohecho o el soborno.
Últimamente se ha observado -aunque siempre ha existido- la otra cara de la moneda: el tráfico de influencia, que no es otra cosa que la extorsión a un privado por parte de un funcionario público que detenta algún grado de poder. Esto ha quedado demostrado en forma "caval".
Raúl Benaprés Williamson