Cartas

Inflación y los más pobres

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Señora Directora:

La inflación que vive Chile nos está pegando duro como a todas las familias chilenas, obligadas a ajustar sus presupuestos para salir adelante cada mes. Nuestros programas residenciales funcionan igual que una casa, con el agregado de que albergan a los más pobres entre los pobres, y eso significa alimentarlos, abrigarlos, darles atención especializada, trasladarlos a sus controles médicos y a todo tipo de trámites.

Hasta mayo habíamos cumplido nuestro presupuesto. Sin embargo, el alza del IPC hace suponer que la variación de precios superará el 11% anual, lejos de lo presupuestado. La fuerte alza de los alimentos, de combustible y de los productos de aseo y sanitarios, porque la emergencia por Covid-19 no amaina, se sienten con dureza.

Tenemos 30 jardines infantiles y salas cuna en todo el país, los que atienden a 8 mil niños en sectores vulnerables; en las hospederías hay más de 1.500 camas que cada noche reciben a personas que viven la pobreza más cruda, la de la calle.

Esos números ayudan a dimensionar lo compleja que está resultando nuestra operación, con una inflación que se incrementa mes a mes y golpea a nuestros donantes, chilenos generosos, cuyo aporte mensual promedio es de 7 mil pesos. Ellos y nosotros estamos lidiando con el alza del costo de la vida, pero amamos la vida y, por eso, sabemos que los más pobres necesitan que nos esforcemos y sigamos trabajando por ellos con la ayuda y creatividad de todos.

Juan Cristóbal Romero

director ejecutivo del Hogar de Cristo

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