Los costos de la imprudencia diplomática
Señora Directora:
Que las relaciones internacionales sean conducidas por una sola persona, como consagra nuestra (todavía vigente) constitución, tiene fortalezas y debilidades. Las fortalezas se basan en la centralidad de las decisiones, que permiten coherencia y avance estratégico. Las debilidades vienen por la potencial indebida concentración de poder.
En sólo seis meses, el presidente Boric ha contribuido a alienar a Estados Unidos de América (acusando a los norteamericanos de no participación en iniciativas ambientales en su propia casa), España (agraviando al rey en la toma de mando) y ahora Israel, al no recibir a su embajador, a pesar de haberlo citado para recibir las credenciales. Esto equivale a un impasse diplomático cada dos meses.
La prudencia, definida por los escolásticos como la recta razón, es la virtud que regula, pondera y modera el resto de las demás virtudes. Así, evita los excesos de fortaleza (temeridad), de interés en el alimento (gula) y en todas las virtudes y hábitos.
La falta tanto de prudencia como de pensamiento estratégico de largo plazo puede costarnos caro en los siete semestres que restan de Gobierno.
Marcelo Muñoz Perdiguero
Abogado
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