Política e innovación
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Señor Director:
Durante la campaña presidencial de Estados Unidos, Elon Musk pasó de ser un donante para convertirse en una figura clave para Donald Trump. Ahora, como co-líder del Departamento de Eficiencia Gubernamental, Musk tiene la misión de rediseñar agencias federales y gestionar contrataciones, extendiendo su influencia más allá de este rol.
Para Musk, esta posición podría traer beneficios: desregulación, nuevos contratos federales y la posibilidad de minimizar demandas relacionadas con competencia o privacidad, especialmente en empresas como SpaceX y Tesla. Por su parte, Trump recibió un respaldo financiero de US$ 120 millones y el uso de la plataforma X como herramienta de campaña, además de un cambio en su postura hacia los vehículos eléctricos, en línea con los intereses de Musk.
Ambos comparten una visión de reducir regulaciones y el gasto gubernamental, estimado por Musk en US$ 2 billones. Sin embargo, persisten contradicciones, como el hecho de que Tesla se beneficia de regulaciones de créditos de emisiones cero. También preocupa su desprecio hacia los medios tradicionales, ya que X podría centralizar la comunicación gubernamental, debilitando la prensa independiente.
Esta alianza representa un experimento sin precedentes que fusiona intereses empresariales y políticos. Su éxito dependerá de cuánto logren avanzar juntos sin que sus agendas colisionen y que ambas personalidades terminen por implosionar.
Anil Sadarangani,
Director de Innovación, Universidad de los Andes