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Actividad económica e inflación

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La semana recién pasada se dieron a conocer dos importantes cifras de la coyuntura económica nacional: el Imacec y el IPC. Y si bien ambos resultaron mejores que las expectativas del mercado, es decir un crecimiento más alto y una inflación más baja, los datos deben ser mirados con cautela antes de adelantar cualquier conclusión respecto de un cambio en la salud de nuestra economía.

La variación del Imacec de febrero puede parecer bastante excepcional considerando los últimos dos años. Sin embargo, el 2,8% de expansión –que de todas formas es una cifra insuficiente considerando el potencial del país- está completamente influido por el día hábil adicional. Más aún, al observar las importaciones de bienes de consumo y capital, el crecimiento de la masa salarial o la confianza de los consumidores e inversionistas, poco da para pensar que se trate de un repunte de la actividad.

En cuanto al IPC, debe considerarse que aunque el registro es más moderado de lo que se esperaba, los indicadores subyacentes, aquellos que excluyen los productos más volátiles –como alimentos y energía- y por lo tanto pueden entregan una idea más clara de la tendencia, más allá de bajas puntuales, no se moderan. De hecho, siendo precisamente los combustibles los productos que más han bajado de precio, mientras los arriendos y los servicios –que en general muestran persistencia- los que continúan presionando, es que aún parece demasiado pronto para hablar de normalización. Aquí no se puede obviar, aunque hoy en menor medida, que tanto la politica monetaria como la fiscal siguen siendo bastante expansivas, lo que también contribuye o al menos no facilita, a esta inflación subyacente.

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