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AFPs, el mundo al revés

Rafael Ariztía Socio MFO Advisors

Por: Rafael Ariztía | Publicado: Jueves 4 de agosto de 2016 a las 04:00 hrs.
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No es casualidad que el realismo mágico, como corriente literaria haya tenido su máxima expresión en Latinoamérica. Y tampoco es casualidad que su primo cercano en la política, el populismo, tenga su sede por estos lados. De alguna manera, tenemos la tendencia a creer que las soluciones fáciles y mágicas son posibles. Y peor sirven para resolver todos los problemas. Que basta decir “educación gratuita y de calidad ahora” para que esta se haga realidad. Que basta decir “no + AFP” para que las pensiones mejoren.

La vida es más compleja. Y como hemos podido ver con un detalle lamentable durante los últimos dos años, cuando los anhelos escondidos tras las pancartas y las marchas, son conducidos en forma errónea, llegamos a soluciones que son peores que la enfermedad.

Esperemos que no se repita la historia en el naciente debate de las pensiones. Porque como ya se ha vuelto habitual en nuestro país, existe una disociación patente en la discusión, que se puede simplificar así: las AFP dicen que han hecho bien su pega, y la ciudadanía dice que sus pensiones son bajas. Y ambos tiene razón. Claro, porque las AFP entienden que su rol es hacer rentar los ahorros que les han confiado, y efectivamente lo han hecho extraordinariamente bien por 36 años. Las personas por su parte, piensan en pensiones, no en retornos. Y efectivamente las pensiones de muchos chilenos son terriblemente bajas.

Entonces ¿dónde quedamos? Tenemos un problema de información, de expectativas y de entendimiento de los roles de cada uno. Y en esto cada cual tiene una cuota de responsabilidad. Las personas en su responsabilidad individual de ahorrar, las AFP en la forma en que entienden su rol y lo informan, y los gobiernos en su obligación de adecuar las perillas para que las expectativas y la realidad se encuentren en alguna parte.

Lo primero y fundamental es que no hay que perder de vista que el ahorro es una responsabilidad individual. Pretender jubilarse ganando un monto mayor al ganado durante la vida laboral, sin haberlo ahorrado previamente, puede ser tentador, como lo demostró la ex señora del diputado Andrade, pero es inviable, y éticamente cuestionable. Naturalmente se entiende que para casos excepcionales, debe existir solidaridad, pero esa debe ser la excepción, y no la norma. Por lo tanto, si un sistema está definido para que por diseño, la mayoría de la población reciba aportes de “todos” para suplementar sus pensiones, tenemos un problema. Y la solución pasa por aumentar el ahorro y el trabajo de los que no tienen suficiente pensión, y no por alterar el ahorro de los que si logran una pensión suficiente por sus propios medios.

Lo segundo es que el rol de las AFP no se agota en solamente administrar ahorro y hacerlo rentar. Sin duda eso es lo central, pero no hacerse cargo de las expectativas que generan es parte del problema que las tiene hoy en entredicho. Esto es tangencial a muchas industrias en nuestro país que crean valor para todos y que erróneamente creen que su valor se autoexplica mediante sus servicios. Basta decir que los últimos años han sido bastante ilustradores a este respecto. Tanto las AFP como otras industrias requieren tener una visión más compleja de su entorno, e invertir no sólo en su negocio directo, sino que en cimentar los conceptos y las ideas que hace posible su existencia. Necesitan ayudar a su entorno a intepretar el valor que crean y cuáles son las alternativas. Es simplemente imperdonable que la mayoría de las personas no entiendan meridianamente bien que los fondos en las AFP les pertenecen y que el descuento mensual no es un impuesto.

Por último, y relacionado con lo anterior, está el rol de los sucesivos gobiernos que le han sacado el cuerpo al bulto en esta materia. Todas las comisiones de pensiones han dicho que se requieren hacer dos cosas para mejorar las pensiones: aumentar el ahorro y aumentar los años de trabajo. Dos genialidades bastante evidentes, pero que aún así no han sido ejecutadas. ¿Qué han hecho los gobiernos? Las cosas que les salen más fácil: comprometer gastos y cambiar regulaciones. Pero de tocar a los verdaderos responsables, las personas, nada. Son los gobiernos los que deberían estar en el banquillo. En eso han fallado las AFP.

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