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Alimentación en el trabajo: el enfoque de la OIT y una mirada nacional

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En las últimas tres décadas el país ha experimentado una transformación significativa tanto en los hábitos alimentarios como en su matriz productiva. La población pasó en poco tiempo de enfrentar problemas de desnutrición a otros vinculados con la obesidad.

La necesidad de profundizar en la relación entre la alimentación y el mundo del trabajo motivó la elaboración por parte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del estudio “Un enfoque integral para mejorar la nutrición en el puesto de trabajo: Un estudio de las empresas chilenas y recomendaciones adaptadas”(2013), convirtiendo a Chile en país piloto de este tipo de investigación a nivel mundial. El proyecto nace de una iniciativa promovida por Sodexo y Edenred, empresas líderes en la prestación de servicios de alimentación.

El estudio contempló una revisión de investigaciones nacionales e internacionales sobre la materia y del marco legal e institucional que rigen en el país, entrevistas con representantes de instituciones gubernamentales, de los trabajadores y de los empleadores, así como académicos. Además, incluyó una encuesta estructurada sobre la percepción que los trabajadores tienen de los diferentes ámbitos de la alimentación en el mundo del trabajo.

Entre los resultados que arroja la investigación, se observa un consenso entre los actores sociales sobre la importancia de la alimentación en el trabajo por sus efectos en la seguridad y salud laboral, y consecuentemente en la productividad, identificándose segmentos donde la alimentación es estructuralmente precaria, como el transporte y la industria forestal, o donde la ingesta calórica excede al gasto energético a consecuencia de los cambios en los sistemas productivos, como en la minería. 
Existen, según el estudio, falencias importantes en el sistema de alimentación de los trabajadores chilenos: el 39% no recibe ningún beneficio asociado a la alimentación; el 22% no dispone de un lugar para comer, no siempre la limpieza del lugar es adecuada, el tiempo para almorzar es insuficiente o la calidad de la alimentación no es óptima y el 30% no almuerza regularmente, lo que genera molestias físicas y psicológicas (fatiga, desconcentración, irritabilidad, etc.) que afectan la productividad laboral y salud de los trabajadores.

Además, el estudio señala que el 17% de los trabajadores menores de 30 años ya presenta alguna patología crónica asociada a la alimentación, proporción que se duplica en los mayores de 40.

Todo ello debiera motivar acciones concretas por parte de los actores involucrados: a nivel de gobierno, perfeccionar la normativa y mejorar su fiscalización. Desde los empleadores, para que la alimentación en el trabajo se considere una inversión en pro de la empresa y la calidad del empleo, y entre los trabajadores, para que la cultura del autocuidado y la prevención de riesgos asociados a la alimentación sea un elemento de aprendizaje en el trabajo y de negociación de las condiciones laborales.

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