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Becas de Doctorado y créditos para MagisterU

José Miguel Benavente

Por: José Miguel Benavente | Publicado: Miércoles 27 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
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Siguiendo con la serie de columnas sobre temas de ciencia, tecnología e innovación hoy revisaremos una dimensión del financiamiento de capital humano avanzado. Con la creación del programa de Becas Chile el año 2008, el país dio un enorme salto en el apoyo a los estudios de postgrado en el extranjero. Si bien se logró aumentar más de cinco veces los becarios, no hubo, sin embargo, un proceso coordinado con los programas de postgrado en el país. Lo anterior generó problemas de incentivos para estudiar en programas locales que poseían una mayor calidad académica respecto a aquellos donde se enviaban a algunos becarios. Tampoco hubo una conexión muy clara entre los programas chilenos y extranjeros de magíster, doctorado y postdoctorado necesarios para potenciar la investigación nacional y asimismo aprovechar las virtudes de países que poseen buenos equipos, grupos de investigación y conexiones en el ámbito internacional.

Pero uno de los grandes problemas, que se hizo evidente tanto en la selección de las carreras permitidas por el programa como el mecanismo de “pago” de la beca que exigía retornar al país apenas terminados los estudios, tenía que ver con la modalidad de financiamiento. En general se trataba de becas, es decir, apoyos financieros que incluían no solo la matricula como también los recursos de manutención necesarios para desarrollar la vida estudiantil en el extranjero. Estas becas eran tanto para magíster como doctorados basados en la excelencia académica de los postulantes y, posteriormente, en el lugar de estudio.

Un análisis económico simple, como buenas prácticas internacionales, sugiere que para el caso de los magíster, estos programas deban ser financiados bajo una modalidad de crédito en vez de una beca. La gran diferencia entre estas modalidades tiene que ver con el tipo de actividad laboral una vez completados los estudios a nivel de magíster. La idea es que el pago de los estudios de magíster sea contingente al tipo de actividad posterior.

Si el programa de magíster es un paso necesario para el doctorado, la obligación del pago del magíster expira. Lo mismo para aquellos que a la vuelta trabajen en el sector público, en el sector de educación, o en ámbitos que se decidan que dichas formaciones sean relevantes. Por el contrario si el egresado, independientemente de la disciplina estudiada, decide trabajar en el sector privado, entonces debe devolver los recursos al Estado. Este mecanismo evita entonces tener que escoger carreras, o más bien prohibir algunas como MBA o LLM pues este tipo de formación puede ser de gran utilidad en el sector público o educativo. Luego de cumplir una cantidad de años – la norma es el doble de años de apoyo recibido-, quedar con el “pase” y trabajar donde le parezca mejor.

Y para el caso de los doctorados y postdoctorados, la regla sería siempre otorgar una beca. El filtro en este caso tiene que ver con la calidad del programa al cual se postula como también el talento del postulante. Como mínimo, exigir que el programa al que se postula o bien no existe en el país o la oferta local no está al nivel de la extranjera todo lo anterior junto a un sistema inteligente de retorno que busque maximizar las externalidades que justifican el uso de recursos en de todos los chilenos en estas becas. Que no son pocos.

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