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Capitalismo consciente: una nueva forma de hacer negocios en el siglo XXI

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¿Cómo suele dibujarse caricaturescamente a los empresarios del “frío e impersonal” mundo de los negocios? Muchas veces, con bolsas llenas de dinero, chimeneas emitiendo grandes humaredas, jóvenes del tercer mundo trabajando de sol a sol, contratos con letra chica, etcétera. Desde una perspectiva distinta, hacen también lo mismo diversos actores sociales denuestro país.

Ello, en todo caso, no ocurre solamente en Chile, es un fenómeno global. Los norteamericanos John Mackey y Raj Sisodia, autores del libro Capitalismo Consciente, afirman que las empresas sufren de una mala imagen de marca. Y para qué hablar del modelo neoliberal o capitalista, siempre en la línea de fuego, y los escándalos financieros salidos a la luz en años recientes que, por cierto, en nada han ayudado a perfilar de una manera positiva el quehacer de la empresa.

Sin duda, las empresas constituyen uno de los agentes de cambio más influyentes de la sociedad, impulsoras del progreso, la mejora en la calidad de vida, la inserción social, la innovación, el avance científico, y un sinnúmero de logros, que muchas veces pasan inadvertidos. Para Mackey y Sisodia, esta contradicción se debe, en gran parte, a que aún persiste la creencia de que el objetivo último de la empresa es la maximización de utilidades para los accionistas.

Se trata de una cosmovisión del ámbito de los negocios que es difícil de cambiar, porque incluso hoy, cuando no pocos han intentado contrapesar esta imagen con campañas de responsabilidad social, reportes de sostenibilidad, premios de diversa índole y figuración destacada en rankings, generalmente este tipo de prácticas se enmarcan dentro de programas puntuales de la empresa.

Raj Sisodia, quien estará de visita esta semana en Chile para dictar el Seminario “Capitalismo Consciente”, afirma que los negocios deben mirarse como un todo orgánico: un ecosistema complejo, flexible, en permanente evolución, en el cual el equilibrio está dado por la interdependencia de cada una de sus partes o grupos de interés (stakeholders). La buena o mala salud de cualquiera de sus miembros, afecta al todo. Es en esta misma línea que Porter nos habla del valor compartido.

Bajo esta filosofía de negocios, el fin de la empresa es la creación de valor para todos sus stakeholders, sin hacer diferencias de énfasis de un grupo por sobre otro. Los liderazgos conscientes tienen una mirada de largo plazo, de bien común y nunca pierden de vista el sueño que dio origen al negocio. No es solamente la búsqueda de rentabilidad lo que debe gatillar un emprendimiento, sino que hacer un aporte a la sociedad, generando riqueza, agregando valor para todos y entregando un bien útil, bello o verdadero. Ese es el sueño que busca persuadir, no sólo a quienes idearon un negocio en su origen, sino también a las nuevas generaciones de inversionistas, que harán que la empresa perdure en el tiempo.

En USEC encontramos una asombrosa convergencia entre estos postulados y las enseñanzas sociales de la Iglesia. Benedicto XVI nos recordó que el modelo económico es un marco de reglas razonable dentro del cual operamos, y que depende de la conciencia moral y de la actuación ética de cada uno que éste sea regido por valores como la confianza, la solidaridad y la caridad (Caritas in Veritate, 2009). Son estos mismos valores los que Mackey y Sisodia destacan, cuando apelan a nuestra capacidad de amar y de alegrarnos cuando las personas que nos rodean florecen y mejoran su vida, como el motor que impulsa nuestro genuino esfuerzo por construir una sociedad mejor.

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