La reciente entrevista al embajador de China en Chile, Niu Qingbao, publicada en DF, permite apreciar una cuidada sensibilidad narrativa y una estrategia geopolítica de largo plazo, en un contexto donde la competencia entre potencias redefine espacios de influencia y obliga a países como el nuestro a situarse con claridad. El diplomático identifica un villano explícito: ante la pregunta por la guerra comercial sino-norteamericana, responde que “en realidad, se trata de una guerra arancelaria iniciada por EEUU contra el mundo”, subrayando su carácter “unilateral” y “hegemónico”. Y, al mismo tiempo, sostiene respecto de nuestra economía que “China y Chile se respetan mutuamente y buscan el beneficio recíproco bajo la cooperación ganar-ganar”. Es así como se sitúa deliberadamente a la par de Chile, sin grandilocuencia ni discurso de superpotencia. China sabe lo que hace.
Según el Institute for Economics & Peace, China ejerce una influencia significativa en siete países de América Latina. Asimismo, el China Index 2024 señala que 15 países de la región figuran entre los 100 donde China tiene mayor incidencia en decisiones políticas a nivel global. Y un estudio de 2021 de Nueva Sociedad, registró que los latinoamericanos percibimos a China como líder mundial en ciencia, educación y tecnología, por encima de EEUU y la Unión Europea (UE). Para llegar a esto, los asiáticos han seguido una estrategia cuidada. Aquí algunos de sus elementos nucleares.
El Partido Comunista chino ha incorporado a 22 países latinoamericanos a su Belt and Road Initiative (BRI), la nueva Ruta de la Seda, que financia y desarrolla infraestructura en el sur global (Chile incluido). El Puerto de Chancay, operado por la estatal Cosco, es un ejemplo. Expertos como el Dr. Evan Ellis afirman que, de consolidarse esta ruta, China podría controlar la logística y el poderío militar mundial.
“Chile es el octavo país más influenciado por China a nivel mundial, de acuerdo con el China Index de 2024. El índice resalta tanto la dependencia económica, como la susceptibilidad de los medios y de la academia al ascendiente chino. Su penetración en la sociedad civil está muy por sobre la situación promedio de otros países analizados”.
China también ha estrechado sus lazos comerciales con América Latina. El crecimiento de su economía en los ‘90 impulsó la demanda de materias primas regionales, lo que derivó en el boom de los commodities entre 2000 y 2014. En 2021, dando un golpe al posicionamiento europeo, China superó a la UE como segundo socio comercial de América Latina, y desde 2022 es el principal socio de Sudamérica y Brasil. En 2024, el comercio bilateral alcanzó USD$ 518 mil millones y podría superar los US$ 700 mil millones en 2035.
En paralelo, China empezó a invertir decididamente en Latinoamérica. Se estima que entre 2000 y 2020 su inversión extranjera directa se multiplicó en 26 veces. Hoy se calcula que su exposición en la región representa entre el 5% y el 10% de sus inversiones directas en el extranjero, aunque las inversiones indirectas, a través de entidades financieras en Luxemburgo y los Países Bajos, sugieren que la cifra sería considerablemente mayor.
¿Y qué hay de Chile? Históricamente, ambos países han mantenido lazos estrechos. En 2006 fuimos uno de los primeros de la región en firmar un Tratado de Libre Comercio con ellos. Es más, según el China Index de 2024, somos el octavo país más influenciado por China a nivel mundial, luego de que en 2021 estábamos en el puesto 22. El índice resalta nuestra dependencia económica -cerca del 38% de las exportaciones se envían a ese mercado- y también la susceptibilidad de nuestros medios y academia al ascendiente chino. Su penetración en la sociedad civil chilena está muy por sobre la situación promedio de los países analizados.
El influjo chino sobre la infraestructura energética (60% del tendido eléctrico es controlado por empresas chinas) y la industria minera son también muy significativos. Y ahí debemos poner ojo. Huawei está obligada por ley a colaborar con la inteligencia estatal china. Es por eso que el exprimer ministro de Reino Unido Boris Johnson frenó en 2020 la adjudicación del 5G que esa empresa se había adjudicado en su país. Sumada la infraestructura de data centers de Huawei en Chile, llama la atención el acuerdo que este año firmó con Codelco para la conectividad, automatización y energización de la minera. El Gobierno chino podría acceder a esos datos si quisiera.
Chile ya puso en pausa un observatorio chino en Ventarrones, en Antofagasta, pese al apoyo de la Universidad Católica del Norte por continuar con el proyecto. EEUU sospecha que los chinos podrían usar las instalaciones para espiar. Ese es un ejemplo claro de las tensiones a las que estaremos cada vez más expuestos. ¿Tenemos una política de Estado al respecto? ¿Están los presidenciables preparados para plantear una? Esto debe ser parte del debate previo a la votación en noviembre.