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Chile, el Hong Kong de Sudamérica

No es ninguna novedad destacar que Chile es un país atractivo para la inversión extranjera...

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No es ninguna novedad destacar que Chile es un país atractivo para la inversión extranjera. Prueba de ello es que los últimos dos años nuestro país ha tenido las cifras más altas de Inversión Extranjera Directa (IED) de su historia, con montos sobre los US$ 17 mil millones. Las perspectivas para que esta tendencia se mantenga son buenas, si consideramos que en 2011 un 10% del total de la IED mundial, más de US$ 153 mil millones, llegó a América Latina y el Caribe y la Cepal proyecta que esta cifra puede crecer hasta en un 8% este año.

Hoy Chile es el segundo país receptor de IED en América del Sur. ¿El primero? No es difícil de adivinar: Brasil, con US$ 66 mil millones, casi la mitad del total regional. Dicho país tiene el gran atractivo de contar con un territorio rico en recursos naturales y una población de más de 190 millones de habitantes, lo que se traduce en un mercado interno deseable para cualquier empresa extranjera. ¿Cómo podemos competir y hacer que Chile supere sus cifras de IED? Una parte de la respuesta está en el gigante sudamericano y la otra está lejos, en Asia.

Hong Kong es un excelente ejemplo. Durante más de 150 años, la ciudad ha sido la puerta de entrada para el comercio y las inversiones a China continental, gracias a características como su orientación a los negocios, un sistema de impuestos simple, una economía abierta y la utilización del inglés. Enfocada como un punto de partida para quienes desean ingresar al gigante asiático, Hong Kong alberga hoy a casi 7 mil empresas extranjeras (y chinas), y recibió durante 2010 más de 
US$ 69 mil millones en IED. Nada mal para una ciudad con 7 millones de habitantes que hoy tiene un PIB per cápita que supera los 
US$ 40 mil.

Sabemos que Chile nunca tendrá el mercado interno que poseen países como Brasil y México. Acotados por nuestra realidad demográfica, en los últimos 30 años hemos sabido generar características de ambiente de negocios y desarrollo económico que nos destacan como el país más abierto comercialmente en el mundo, gracias a 22 acuerdos comerciales suscritos con 59 países que nos permiten acceder a un mercado equivalente al 63% de la población mundial. Esta posición de privilegio es un aliciente para que los inversionistas extranjeros se instalen en el país y exporten al resto de la región y al mundo en condiciones ventajosas. Aún así queda mucho por hacer, y el ejemplo de Hong Kong no es antojadizo: Chile puede posicionarse como la puerta de entrada de los capitales extranjeros a América Latina, y especialmente a Brasil.

Por sus características de seguridad, transparencia, competitividad y excelentes proyecciones económicas, nuestro país lidera la mayoría de los rankings internacionales a nivel latinoamericano. Hoy es más fácil hacer negocios en Chile que en cualquier país de la región y el gobierno se ha enfocado en hacer que los tiempos para crear una empresa y operarla sean cada vez menores a través de reformas específicas y de programas como la Agenda de Impulso Competitivo del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo. Con esto en mente, pensar en que nuestro país sea un puente entre los inversionistas extranjeros y el principal mercado de la región no es descabellado, toda vez que Santiago es una excelente base de operaciones para quienes están con los ojos puestos en Sao Paulo.

Chile puede y debe apostar por capitalizar su liderazgo regional y aprovechar las cualidades que lo transforman en la puerta de entrada natural de las inversiones extranjeras a Sudamérica, pero para eso no podemos confiarnos. La atracción de inversiones extranjeras no es una carrera corta, sino más bien una maratón: nuestro país ha sabido mantenerse entre los líderes y destacarse en los rankings, pero no podemos perder el paso. Para eso estamos trabajando.

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