Claudio Agostini

Los impuestos progresivos sí pueden redistribuir ingreso

En la discusión tributaria que ha surgido en este último tiempo en Chile me ha sorprendido la insistencia y fuerza con que se argumenta que los impuestos no son efectivos para redistribuir el ingreso...

Por: Claudio Agostini | Publicado: Jueves 20 de octubre de 2011 a las 05:00 hrs.
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En la discusión tributaria que ha surgido en este último tiempo en Chile me ha sorprendido la insistencia y fuerza con que se argumenta que los impuestos no son efectivos para redistribuir el ingreso. Mi sorpresa es porque existen tanto modelos teóricos como evidencia empírica para varios países que muestra sistemáticamente que los impuestos progresivos sí tienen efectos en la distribución del ingreso. ¿Por qué razón Chile sería distinto al resto del mundo y los impuestos no servirían para redistribuir?


La respuesta más escuchada a esta pregunta es que un artículo académico de Eduardo Engel, Alexander Galetovic y Claudio Raddatz en 1999 demuestran, a través de un ejercicio aritmético, que el impacto redistributivo de un impuesto progresivo al ingreso es limitado y que el gasto social bien focalizado tiene un efecto mayor.

¿Significa esto que debemos abandonar los impuestos progresivos como herramienta de redistribución en Chile?
En mi opinión, la respuesta es un rotundo no.

La razón por la cual el trabajo de Engel, Galetovic y Raddtaz muestra que el impuesto al ingreso redistribuye poco en Chile es muy simple: el impuesto afecta apenas al 18% de la población y además está lleno de exenciones que permiten eludir su pago. Es así como a través del uso de distintos tipos de sociedades de papel, las personas de más altos ingresos pagan mucho menos de lo que debieran. En particular, los beneficios tributarios a las ganancias de capital y la tributación de pymes por utilidades retiradas llevan a que en Chile los trabajadores dependientes paguen más impuestos que personas con ingresos similares pero cuya fuente son ganancias de capital o utilidades de sus empresas. Al simular un alza en las tasas de impuestos entonces, tal como lo hacen Engel, Galetovic y Raddatz, se logra redistruir muy poco ya que las alzas afectan en la práctica casi exclusivamente a los ingresos laborales. Sin embargo, si uno simula una reforma tributaria que elimina las exenciones que permiten eludir impuestos, y se aumenta la base del impuesto en vez de las tasas, el resultado es muy distinto. Este es precisamente el ejercicio que hacen Jorge Cantallops, Michel Jorrat y Scherman en un artículo académico en 2007, el cual por razones que desconozco ha sido sistemáticamente ignorado en la discusión pública. En este trabajo se simula un cambio en la base del impuesto al ingreso en Chile, de tal forma que todos los ingresos que actualmente eluden el impuesto que deben pagar paguen efectivamente lo que corresponde. Eso aumenta la recaudación en forma significativa, lo que permite rebajar fuertemente la tasa de IVA de tal forma de mantener la recaudación tributaria total constante. El resultado de este ejercicio, en forma consistente con la evidencia empírica en la literatura económica, muestra efectos redistributivos importantes. El coeficiente de Gini disminuye desde 0.53 a 0.48. Si posteriormente se considera el efecto del gasto social en Chile, el cual está relativamente bien focalizado, el Gini disminuye aún más y llega a 0.43.

El consenso en la literatura económica es que los impuestos progresivos y el gasto social bien focalizado son dos instrumentos complementarios, y no sustitutos, para redistribuir ingreso. ¿Por qué descartar entonces uno de los dos instrumentos que tenemos disponible?
¿Cuánto redistribuir? Esta pregunta es distinta y la respuesta depende de las preferencias por redistribución que tenga nuestra sociedad. Si nos importa poco la mala distribución del ingreso, efectivamente no hay para qué considerar impuestos progresivos, pero por consistencia tampoco habría que considerar el gasto social. Si nos importa mucho mejorar la distribución del ingreso, la respuesta es utilizar impuestos progresivos y gasto social focalizado. Sin duda alguna, no nos corresponde a los economistas responder la pregunta respecto a cuánto es deseable redistribuir sino que, en forma democrática, a la mayoría de los ciudadanos de nuestro país.

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