Claudio Agostini

Políticas climáticas, energía y pobreza

Por: Claudio Agostini | Publicado: Miércoles 2 de abril de 2014 a las 05:00 hrs.
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El acceso a energía barata y abundante es una de las mejores maneras de sacar a la gente de la pobreza. Los análisis muestran que hay relación entre el crecimiento y la disponibilidad de energía en África. China ha sacado a 680 millones de personas de la pobreza durante los últimos 30 años a través del barato, aunque contaminante, carbón.

Sin embargo, muchos líderes de opinión ricos declaran cómodamente que la energía barata y el desarrollo de los pobres se opacan por las preocupaciones climáticas. EEUU y varios países europeos anunciaron en 2013 que no van a apoyar la financiación internacional para las plantas eléctricas de carbón en los países en desarrollo.

Estas naciones se abstuvieron la última vez que el Banco Mundial ayudó a financiar la planta de carbón de Medupi en 2010 en Sudáfrica. Sin embargo, Medupi proveerá 10% de la energía de ese país y evitará los cortes eléctricos recurrentes. El ministro de Finanzas de Sudáfrica planteó: "Para sostener las tasas de crecimiento que necesitamos para crear puestos de trabajo, no tenemos otra opción que construir una nueva central generadora de energía eléctrica, basada en lo que, por ahora, sigue siendo nuestra fuente de energía más abundante y asequible: el carbón". Y el Departamento del Tesoro de EEUU reconoce que sin una central eléctrica de carbón en Sudáfrica, "la recuperación económica se verá afectada".

La falta de energía es el problema ambiental más importante del mundo. Cerca de 3 mil millones de personas en el planeta queman estiércol, cartón y ramas dentro de sus casas para cocinar y mantenerse calientes, lo que mata a 3,5 millones de personas al año, por contaminación del aire interior.
Dar acceso a la electricidad en los países pobres podría terminar con esta consecuencia mientras se hace un enorme bien. Permitiría a las familias tener luz para leer de noche, una computadora para estar en contacto con el mundo y un refrigerador para conservar sus alimentos. Permitiría a las empresas una producción más competitiva, generar empleo y progreso.
Sin embargo, cuando los líderes mundiales hablan de dar energía al tercer mundo, hablan de paneles solares. Éstos pueden alimentar la principal luz LED y quizás cargar un teléfono celular. Son demasiado débiles para alimentar estufas eléctricas, calefactores y refrigeradores, sin hablar de la agricultura y la industria.
Un buen ejemplo es la iniciativa de Obama, Power Africa (Energía para África), orientada a aumentar la generación de electricidad y el acceso a servicios modernos de energía en seis países africanos pobres. La Overseas Private Investment Corporation (OPIC), que pondrá en práctica la mayor parte de este acceso, prefiere mayormente la energía solar y eólica. Esto es importante, porque las inversiones en energías renovables cuestan mucho más y es más difícil atraer a coinversores.

Un nuevo artículo de Todd Moss y Ben Leo del Center for Global Development (Centro para el Desarrollo Global) plantea el crudo dilema. Si Obama gasta los próximos 10 mil millones en la electrificación del gas, puede ayudar a sacar a 90 millones de personas de la pobreza. Si sólo utiliza energías renovables, los mismos fondos pueden ayudar a 20-27 millones de personas eligiendo, deliberadamente, dejar a más de 60 millones de personas en la oscuridad y la pobreza. Usted puede argumentar que reducir las emisiones de CO2 es más importante que ayudar a los pobres. Pero usted no puede afirmar, como les gustaría hacer a muchos ecologistas, que no hay ninguna solución intermedia: que reduzca las emisiones de CO2 y ayude a más personas.
Me parece inmoral desear reducir las emisiones de CO2 negando a los más pobres el acceso a la energía mientras que nosotros, en Occidente, obtenemos más de las dos terceras partes de nuestro consumo mucho más alto de energía a partir de combustibles fósiles. La única manera de hacer frente de forma sostenible el calentamiento global es aumentar drásticamente la inversión en I+D verde que con el tiempo hará las energías verdes tan baratas que todo el mundo querrá adoptarlas.
Pero en este momento, tenemos la responsabilidad de ayudar a sacar la mayor cantidad de personas de la pobreza como sea posible. Nuestro apoyo debe utilizarse para ayudar a esas 60 millones de personas, y no como una herramienta para hacernos sentir virtuosos sobre decisiones verdes simplistas.

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