Clive Crook

Obama necesita más movimientos decisivos

El acuerdo del presidente para extender las tasas tributarias actuales para todos los estadounidenses fue acertado y se hizo por la razón correcta: el bien del país. Pero Obama aún parece querer sentarse al margen. Su mensaje debe ser más deliberado y consistente

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 14 de diciembre de 2010 a las 05:00 hrs.
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Barack Obama continúa dudoso ante una decisión de la cual podría no haber escape y que podría sellar el destino de su presidencia. ¿Enfrenta a los Demócratas del Congreso, recupera el aprecio del centro del país y es reelegido en 2012? ¿O pelea por los principios progresistas, alienando a los votantes independientes que se cambiaron al partido Republicano en las elecciones legislativas y termina con un solo mandato?

Uno podría pensar que el pacto que acaba de cerrar con los Republicanos para extender las actuales tasas de impuestos para todos los estadounidenses, en vez de subirlas para los hogares de altos ingresos, como prometió antes, resuelve el punto. No lo hace.

Es cierto que el acuerdo está causando un colapso nervioso a los congresistas Demócratas. Han tratado a Obama de traidor y de carga. Los Demócratas de la Casa están amotinados, amenazando con bloquear el acuerdo y dejar que las tasas suban para todos el próximo mes, un último gesto fútil, antes que la nueva mayoría Republicana tome el mando y lo anule.

Pese a todo, Obama sigue de espectador. En la extraordinaria conferencia de prensa que siguió a su anuncio, empezó con una disculpa a los Demócratas. Este era un mal acuerdo, admitió, un acuerdo terrible. Fracasar en subir las tasas a hogares que ganan más de
US$ 250.000 al año millonarios y billonarios, dijo estaba mal. Pero los Republicanos han tomado al país como rehén. Él detesta tener que hacer acuerdos con ellos y prometió que no pasaría de nuevo, pero esta vez o pagaba el rescate o las tasas de todos subirían. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Como estos republicanos secuestradores acaban de ganar una elección, llamarlos enemigos públicos fue valiente. Pero Obama no había terminado. Después de atacar su propio acuerdo, pidió a los Demócratas que abrazaran el bipartidismo. Qué tal. En política, dijo, hay que dar y recibir. Recuerden, dijo, que EE.UU. se fundó sobre compromisos. Sin ellos, la unión no hubiese sobrevivido.

¿Puede alguien en la Casa Blanca decirle a Obama que no puede tenerlo todo? O a) Los Republicanos son malvados, tratar con ellos es repugnante y uno lo hace sólo con una pistola en la cabeza; o b) también son estadounidenses, con visiones legítimas (apoyadas hasta ahora por la mayoría del electorado) y trabajar con ellos (a pesar de lo difícil que lo hagan) es una obligación presidencial. Cualquier de estas posiciones es coherente. Tratar de mantener las dos es una fórmula para la enfermedad mental.

La posición de Obama no podría ser más difícil. Los Republicanos del Congreso ciertamente son un grupo irracional e intransigente, mucho mejor para bloquear políticas que para ofrecer propias. Muy fortalecidos tras las elecciones legislativas, saben que tienen al presidente en apuros. No ofrecerán colaborar; tendrán que ser guiados a hacerlo. Y cuando Obama trate de hacerlo, los demócratas estarán allí con sus cuchillos.
Hablando de enfermedad mental, mire esto: la izquierda demócrata prefiere no recibir nada antes que respaldar un plan que cumple el 80% de sus metas. El acuerdo con los republicanos recorta las tasas para la clase media y prorroga los beneficios a los desempleados, además de otros cambios tributarios que ayudan a quienes tienen ingresos bajos o moderados -todos deseos Demócratas y en suma, un buen plan. La izquierda quiere botarlo porque no hubo alza de tasas para las familias de altos ingresos. Si al final lo apoyan, y probablemente lo harán, lloriquearán desde ahora hasta noviembre de 2012.
Lo explicó mal, pero el compromiso de Obama era correcto y lo hizo por el bien del país. Es dudoso que pueda alinearse a alguno de los partidos con ese objetivo, pero el único camino de Obama es intentarlo.

La comisión bipartidista que designó para buscar caminos para limitar el endeudamiento de largo plazo proporcionó el manifiesto. Todo está allí propuestas concretas, trabajables que resuelven el problema fiscal de largo plazo. Muchos Demócratas rechazan los cortes de gastos y las reformas sociales, muchos Republicanos rechazan subir los impuestos. Pero un número sorpresivo en ambos lados han apoyado el plan, lo que es un comienzo, y capaz, con un liderazgo presidencial fuerte, de conseguir apoyo público.

Los comentarios de Obama sobre la propuesta fueron tibios y evasivos. Necesita comenzar a liderar. Ya no tiene nada que perder.

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