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DF Conexión a China | Beijing y el plan de paz que no fue

Marcel Oppliger editor de opinión

Por: Marcel Oppliger | Publicado: Martes 28 de febrero de 2023 a las 04:00 hrs.
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Marcel Oppliger

Cuando una superpotencia pide la palabra para hacer una propuesta en un tema de candente actualidad, no es buena señal que la reacción sea un colectivo encogimiento de hombros.

Al cumplirse un año de la guerra en Ucrania, el gobierno de China había levantado expectativas al anunciar que propondría un plan de paz. Hasta ahora el gigante asiático había alegado una estricta neutralidad ante el conflicto, pese a su conocida cercanía con la Rusia de Vladimir Putin y a la “amistad sin límites” que él y Xi Jinping celebraron muy sonrientes en febrero del año pasado durante los JJOO de Invierno en Beijing (días antes, justamente, de que Putin invadiera a su vecino, al parecer sin haber prevenido a su colega chino).

“Ser una potencia económica no es suficiente -jamás lo ha sido- para ser una voz que se escuche con fuerza en la tribuna mundial”

Un año después, una China crítica de las sanciones occidentales contra Moscú y aparentemente preocupada de no ser un actor relevante en la principal crisis geopolítica del momento, decidió lanzar una propuesta de paz. O como dice el documento, la “posición de China sobre una salida política a la crisis en Ucrania”, expuesta en 12 puntos.

Lo cierto es que ni siquiera su “amigo sin límites” en Moscú se la tomó en serio. “Hemos prestado mucha atención al plan de nuestros amigos chinos. Por ahora, no vemos ninguna de las condiciones que se necesitan para llevar toda esta historia hacia la paz”, dijo ayer el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, según el Moscow Times, poniéndole paños fríos al asunto.

En cuanto a la reacción de Ucrania, el Presidente Zelensky fue algo más receptivo al decir que la propuesta china “es una señal importante de que se están preparando para participar en este tema”, e incluso agregó que “planeo reunirme con Xi Jinping y creo que será beneficioso para nuestros países y para la seguridad en el mundo”. Pero a renglón seguido puntualizó que ningún plan que no incluyera el retiro de las tropas rusas sería aceptable. O sea, un diplomático portazo.

No es de extrañar, tampoco, que en occidente la reacción fuera de escepticismo, y que en otras partes del mundo -salvo excepciones- casi nadie se refiriera al asunto. La razón es que el documento chino no es un “plan de paz” en ningún sentido del término. Sus doce puntos incluyen vagos llamamientos a “respetar la soberanía de todos los países” (sin mencionar que aquí hay un país invasor y otro invadido), “abandonar la mentalidad de la Guerra Fría”, “resolver la crisis humanitaria”, “cesar las hostilidades (porque) el conflicto y la guerra no benefician a nadie”, o “el diálogo y la negociación son la única solución viable a la crisis ucraniana”.

Lo más pragmático que llega a plantear es “mantener la seguridad de las centrales nucleares”, “facilitar las exportaciones de grano” y “mantener estables las cadenas industriales y de suministro”, sin dar pista alguna de cómo hacerlo.

Sobre trazado de fronteras, retiro de tropas, plazos, condiciones, mediadores, en fin, todo lo que constituye un verdadero plan de paz, China no dice nada. En términos de diplomacia profesional, el esfuerzo es de un casi doloroso amateurismo, y debiera preocupar a una potencia que busca hacerse un sitial más influyente en la escena internacional.

Desde una perspectiva histórica, cabe recordar que las relaciones internacionales nunca han sido un fuerte del Estado chino y en el pasado fueron incluso un área de notoria debilidad. Ser una potencia económica no es suficiente -jamás lo ha sido- para ser una voz que se escuche en la tribuna mundial. También hay que tener ideas.

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