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Columnistas

El fin de un ciclo

ANDRÉS SANSONE Economista jefe de Banco Santander.

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 19 de diciembre de 2025 a las 04:03 hrs.

Yno, no me refiero al fin de la actual administración de Gobierno, aunque coincida en el calendario. Hablo del término de un ciclo en la política monetaria chilena, aquel período en que las tasas se mantuvieron persistentemente por sobre su nivel neutral.

Durante casi cinco años, unos 57 meses, la inflación se mantuvo por encima de la meta. Pero finalmente, ya en enero del próximo ejercicio, se espera que regrese a la meta del 3% y que durante el primer semestre la Tasa de Política Monetaria (TPM) alcance el 4,25%, nivel que el Banco Central consideraría como neutral: allí la política monetaria deja de ser contractiva, aunque tampoco pasa a ser expansiva. Es el período más extenso desde que existen metas de inflación en que esta se mantuvo tan alejada del objetivo. Dado que se cierra el año y este ciclo, parece razonable hacer un balance.

“El Banco Central fue exitoso. Aun con la inflación tantos meses fuera del objetivo, las perspectivas de largo plazo se mantuvieron alineadas con la meta desde inicios de 2023. La confianza en la institución es un activo relevante”.

Los orígenes del alza inflacionaria han sido ampliamente discutidos: retiros de fondos previsionales, masivas transferencias fiscales a hogares hacia el final de la pandemia, el fuerte aumento de los precios de alimentos y combustibles tras la invasión de Rusia a Ucrania y una depreciación del peso en la antesala del primer plebiscito constitucional. Cuando la inflación ya se acercaba a la meta, se sumó la normalización de tarifas eléctricas tras varios años de congelamiento.

El Banco Central fue exitoso en su tarea. Aun con la inflación tantos meses fuera del objetivo, las perspectivas de largo plazo recogidas en la Encuesta de Expectativas Económicas (EEE) se mantuvieron alineadas con la meta desde inicios de 2023. La confianza de los agentes en la institución es un activo relevante y refuerza el valor de contar con un banco central autónomo y técnico. En ese mismo sentido se inscribe la designación de Kevin Cowan como consejero.

Otro aspecto destacable es que el ajuste se logró sin costos macroeconómicos tan severos como se temía. Una política monetaria contractiva implica que la economía opera “con el freno apretado”. Aun así, la actividad terminó siendo algo mejor de lo que muchos consideraban necesario para reducir la inflación. No todo ello responde al accionar del instituto emisor, pero sí es mérito que, cuando los datos sorprendieron al alza, supo “separar la paja del trigo” y evitó sobrerreaccionar.

Podrá argumentarse que hubo momentos en que el Banco Central, al igual como ocurrió en buena parte del mercado, se mostró demasiado sensible a algunos factores de corto plazo. Por ejemplo, en febrero cerca de la mitad de los encuestados en la EEE proyectaba que la inflación cerraría sobre 4% y una fracción no menor la veía más arriba. En las minutas de las reuniones de política monetaria cercanas a esa fecha se recoge incluso la disposición de algunos miembros del Consejo a subir la tasa si fuese necesario. Ese debate técnico quedará para el análisis interno y académico. Sin embargo, no empaña el resultado central: la convergencia de la inflación y la credibilidad ganada durante décadas.

Ahora deberíamos entrar en un período relativamente más “aburrido” donde, salvo shocks externos de magnitud, la inflación rondaría durante los próximos 12 meses el 3% o algo por debajo. Y, en este caso, ser “fome” no es sinónimo de negativo: es precisamente lo que permite que empresas, hogares y autoridades se concentren más en lo importante, en el crecimiento, en la inversión y la productividad.

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