Europa: más cerqu-iTA que nunca
CLAUDIA GINTERSDORFER Embajadora de la Unión Europea en Chile
A pocos días de clausurar la campaña que lanzamos desde la Unión Europea (UE) para dar a conocer por todo el país el Acuerdo Comercial Interino entre Chile y la UE (el iTA, por sus siglas en inglés), bajo el eslogan “Europa está a la vuelt-ITA”, creo que merece la pena detenerse a reflexionar sobre lo que esta campaña y, sobre todo, este acuerdo significan. No solo en términos comerciales, sino también en lo político, en un escenario geopolítico tan complejo como el actual.
El iTA entró en vigor el 1 de febrero de este año, trayendo beneficios concretos para ambos mercados: más del 99% de las exportaciones están ahora libres de aranceles en ambas direcciones. Exportaciones chilenas tan relevantes como el aceite de oliva, los cranberries o el salmón ahumado, antes no liberalizados, podrán acceder a un mercado de 450 millones de consumidores europeos sin aranceles. Con el acuerdo, ambas partes nos comprometimos también a facilitar la internacionalización de las PYME, mejorar las exportaciones de servicios, dar un trato equitativo a nuestros inversores, y reconocer mutuamente sellos de origen agroalimentarios como la sandía de Paine, la langosta de Juan Fernández o el cordero chilote.
“Chile se ha consolidado como pionero en la región: es el primer país en alcanzar un acuerdo de última generación con la UE, que pronto será acompañado por los acuerdos de la Unión Europea con México y Mercosur”.
Pero reducir este acuerdo a términos económicos sería quedarnos en la superficie. El iTA incorpora ambiciosos compromisos para crecer sin sacrificar valores ni el planeta. Destacan el capítulo sobre comercio y desarrollo sostenible, con obligaciones ambientales y laborales; el de género, para empoderar la participación de las mujeres en el comercio internacional; el de sistemas alimentarios sostenibles, que refuerza los ecosistemas del campo a la mesa; y el de comercio digital, que regula datos y protege a los consumidores. Con ello, Chile se ha consolidado como pionero en la región: el primero en alcanzar con la UE un acuerdo de última generación, que pronto será acompañado por los históricos acuerdos comerciales con México y Mercosur para los que la UE ha recientemente anunciado importantes avances. El iTA es un acuerdo comercial, sí, pero simboliza algo más grande: que Chile y la UE han decidido avanzar juntos y derribar barreras en un mundo donde aumentan las divisiones y las guerras comerciales. Que es posible abrir mercados y ganar competitividad sin renunciar a la justicia social ni a la protección del medioambiente.
Ese fue justamente el mensaje que buscamos transmitir durante estos dos meses de campaña: que Europa está cerca, que este acuerdo no es algo ajeno o abstracto, sino una oportunidad real para empresas, emprendedores y ciudadanos chilenos. Jugar con el uso tan chileno del diminutivo –que nos recordó a las siglas del acuerdo– nos permitió acercar un tema complejo de manera próxima y sencilla. Así llegamos a paraderos, pantallas viales, redes sociales y medios de comunicación de todo el país con el eslogan “Europa está a la vuelt-iTA”.
Este acuerdo marca un paso decisivo en una relación que sigue profundizándose. Es la apuesta conjunta por economías más resilientes y por un futuro más justo, verde e inclusivo. Un paso que merece ser celebrado, porque demuestra que el comercio puede ser un puente político entre regiones, una herramienta de confianza en un mundo que tanto la necesita. Un paso que nos deja, sin duda, más cerqu-iTA.
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