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¡Feliz dieciocho!

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Nos adentramos de lleno en la semana de fiestas patrias. Su celebración permite lanzar una mirada confiada y esperanzadora al futuro. Creo en nuestra gente. Creo que construiremos un país más justo, reconciliado, fraterno, tolerante y feliz; que aprendimos la lección para no tropezarnos de nuevo en la misma piedra y que sabremos cuidar nuestra democracia.

Sabemos alegrar las fiestas patrias con colores muy particulares. Pocos pueblos estiran sus celebraciones como lo hacemos nosotros. Acá, celebramos toda la semana, casi el mes entero. Inventamos el “18 chico” en vistas de que el grande, el oficial, pareciera no dar abasto para tanto jolgorio.

Queda pendiente el cerrar heridas. “Verdad, justicia y reconciliación: es el camino que hemos propuesto para una vida digna y una convivencia humanizante”, recordaron los obispos en su carta con motivo del 11 de septiembre. La paz brota de un corazón reconciliado, que sabe acoger al otro. No es barriendo la historia bajo la alfombra como se construye patria, sino encarándola y asumiéndola hidalga y responsablemente. En Chile, nadie sobra. Somos todos hijos de una misma tierra. Es hora de buscar y acentuar esos caminos de encuentro, ya que son más los puntos que nos unen que los que nos separan. “La reconciliación es el camino que Jesús ofrece para alcanzar una Patria grande. Ella no se impone por decreto sino que brota de un corazón misericordioso. Pequeños gestos personales e institucionales pueden ser vitales para ayudar a sanar heridas y contribuir a una verdadera reconciliación”, subraya la carta episcopal.

Sólo desde el respeto y valoración del otro podremos construir la memoria histórica, para desde ella levantar la mirada y trabajar con renovada esperanza por el porvenir de Chile. “No es la cultura de la confrontación, la cultura del conflicto, la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino esta: la cultura del encuentro, del diálogo. Este es el único camino para la paz”, dice el Papa Francisco.

Septiembre es mes de la patria; de fiesta, alegría, paz y encuentro. Que renovemos -muchos lo harán desde el silencioso dolor de tantos años- la alegría de celebrar, de festejar lo que juntos hemos construido. Que reine el amor, no el odio o rencor. Al término del mes de septiembre, la Iglesia celebra el día de la oración por Chile y se consagra a la Santísima Virgen. Rezar por la patria es un deber de hijos. Que la Virgen del Carmen nos regale construir una patria linda, fraterna y feliz, donde haya pan, justicia y paz para todos ¡Felices fiestas patrias!

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