Fernando Barros

Integrando Chile

Fernando Barros Abogado. Consejero de Sofofa

Por: Fernando Barros | Publicado: Martes 7 de junio de 2016 a las 04:00 hrs.
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Es difícil no referirse al enfrentamiento de la Presidenta y un medio de prensa, en que olvidando el deber de todos para con la dignidad y honra de las personas, en este caso de la máxima autoridad del país, se difunden, legalmente si, graves imputaciones no verificadas y de dudosa credibilidad.

La Presidenta no ha sido la única afectada. Llevamos meses de filtraciones ilegales de expedientes judiciales o de correspondencia privada sustraída criminalmente que ha denostado a autoridades, políticos y empresarios. Pareciera que se ha buscado desprestigiar a personas en razón de odiosidades personales o ideológicas o la sola búsqueda del impacto noticioso. La Presidenta no dio tiempo para que surgiera un previsible apoyo espontáneo y, quizás pensando que sufriría la misma indiferencia que ella y su gobierno mostraron ante dichas filtraciones, ilegales si, e imputaciones odiosas, aviva el fuego con una comprensible pero equivocada, precipitada e imperfecta querella.

La falta de diálogo y de capacidad de aprender de nuestra historia sigue oscureciendo la actualidad y recuerda las grandes crisis sufridas. Si bien somos todos responsables de ello, el comienzo refundacional del actual gobierno con su retro excavadora que resultó ser una atropelladora de la convivencia y el repudiable “borrón y cuenta nueva” que inspira el proceso constituyente, dejan en evidencia que el mundo político se niega a tomar lo mejor de la cultura que hemos construido con mucho esfuerzo.

Si bien hay razones de sobra para ser pesimistas en el Chile de hoy, me reconforta poder contarles que lo que se vive en Santiago o en la Araucanía no es todo Chile y hoy muchos compatriotas emprenden, trabajan y también cantan y bailan para encontrar en nuestras raíces lo mejor de nuestro ser como nación, la forma de mejorar la convivencia y de proyectarnos al futuro. Así lo pude comprobar el fin de semana en los poblados de Socoroma, Chapiquiña y Pachama, anexos de la antigua doctrina de Belén en la Región de Arica y Parinacota. Éstos forman parte de la riqueza que nos ha dejado la fusión de las milenarias culturas locales, como las etnias Lupaca, Pacaje, Carangas y Urus, entre otras, unidas por la lengua Aymara, que habitan hasta hoy la pre cordillera y el altiplano centro-sur andino.

El legado de las antiguas caravanas que transportaban la plata por el Camino Real desde Potosí al puerto de Arica, en torno al cual surgieron nuevos poblados indígenas, con sus iglesias y templos católicos construidos por las comunidades integrando sus materiales, expresiones artísticas y sistemas constructivos, con las técnicas de la cultura hispana. Así surge la gran riqueza histórica y cultural que el proyecto Ruta de las Misiones está ayudando a rescatar para generar oportunidades laborales mostrando al mundo la riqueza natural y arquitectónica de la zona y las tradiciones del pueblo Aymara con los aportes de las culturas hispana, peruana y chilena que iluminan los últimos siglos de su historia.

En esos lejanos parajes se da el trabajo conjunto de los mundos público y privado. El gobierno regional y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes entran en una alianza estratégica apoyando el esfuerzo de Fundación Altiplano para la recuperación del patrimonio arquitectónico y cultural andino. Las comunidades celebran esta visión colaborativa con un alegre encuentro en las alturas cordilleranas y reciben al ministro Ottone, primer ministro que visita el poblado de Pachama, a autoridades regionales y a los equipos de Fundación Altiplano para festejar esta exitosa integración, agradecer los frutos de la tierra y rememorar sus tradiciones milenarias.

Alejándose de las divisiones que están asfixiando nuestra convivencia, el gobierno de Chile, Fundación Altiplano y los chilenos de origen Aymara, extraen lo positivo de nuestra historia y se comprometen con iniciativas de apoyo a las comunidades locales para que éstas puedan recuperar y expresar su riqueza étnica y cultural, de forma que desde su pertenencia al Chile de hoy aporten al enriquecimiento de nuestra nacionalidad unitaria nutrida por nuestra historia.

Me he permitido compartir esta luz de esperanza ya que probablemente estos encuentros, llenos de futuro y que constituyen un ejemplo de la unión de un pueblo y de su capacidad de mirar lo positivo, no serán materia de publicaciones de prensa ni serán divulgados como esperanza para un país que parece estar enfrascado en lo que nos separa por sobre la rica cultura que nos une.

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