Hipoteca inversa: pan para hoy y también para mañana
JUAN EDUARDO TRONCOSO Socio área Inmobiliaria y Financiamiento Fontaine & Cía.
En la discusión de las políticas públicas del último tiempo, la situación del adulto mayor ha sido un protagonista principal. Ríos de tinta se han escrito al respecto, pensiones, salud, contribuciones de bienes raíces y tantos otros temas que influyen directamente en este grupo etario. Y no es extraño, dado el acelerado envejecimiento que está sufriendo la población del país, uno de los grandes desafíos de política es establecer mejores condiciones de vida para este importante grupo de personas.
El reto se torna aún más difícil considerando las severas restricciones presupuestarias del Estado y el creciente gasto fiscal que han implicado el incremento de la PGU y la reforma previsional, recientemente aprobada.
Corresponde, entonces, ser creativos en la búsqueda de soluciones. El contrato de hipoteca revertida o de vivienda inversa, como prefiero llamarla, va en esa dirección.
“Por sobre el arraigado sentir sobre un supuesto derecho a la herencia, está la prevalencia del derecho del adulto mayor de disponer de todo su patrimonio hasta el último de sus días para lograr una merecida mejor calidad de vida”.
Esta institución, básicamente, consiste en monetizar la casa propia por medio de una transferencia del dominio, pero sin que ello implique perder la posesión tranquila y pacífica de la propiedad hasta la muerte de la persona o del matrimonio, según sea el caso. En una vertiente más innovadora, con el producto de la venta del inmueble, es posible asegurar el pago de una estadía vitalicia en algún centro o residencia para el adulto mayor, cuyo costo no se podría financiar sin la liquidez que le provee la propiedad.
Algo se ha hablado antes sobre esta figura a propósito de su regulación en otros países, pero no se ha avanzado en su implementación, a pesar de un proyecto de ley que, como tantos otros, duerme plácidamente en el Congreso hace muchos años. Esto requiere de ciertas virtudes que, lamentablemente, han estado ausentes en parte importante de la clase política del último tiempo. Básicamente, se necesita rigor, audacia y coraje.
Con la actual legislación algo se puede avanzar tomando un poco de la compraventa, otro poco de la hipoteca, del usufructo o del arrendamiento, algo de la renta vitalicia y así armar una figura que pueda hacer sentido a los intervinientes de este contrato. Sin embargo, es mucho más eficiente -y podría dar mayores alternativas a las partes- si se legisla creando la figura de la vivienda inversa, lo que requiere de un rigor técnico que permita armonizar todas las opciones y los distintos intereses involucrados.
Se necesita también de audacia, como aquella que se tuvo en el pasado con reformas transformadoras, para entender que frente al explosivo aumento de las expectativas de vida de la población son soluciones igualmente explosivas las que pueden ayudar a resolver, con mayor rapidez y agilidad, las dificultades que implica mantener durante más tiempo una vejez digna.
Y, finalmente, quizás lo más difícil, el coraje para reconocer, en desmedro del arraigado sentir sobre un supuesto derecho a la herencia, la prevalencia del derecho del adulto mayor de disponer, sin remordimiento, de todo su patrimonio hasta el último de sus días con el objeto de lograr una muy merecida mejor calidad de vida.
Las nuevas autoridades políticas tendrán la palabra. ¿Recogerán el guante?