Columnistas

La tierra de los libres

Daniel Contesse Vicerrector de Innovación y Desarrollo Universidad del Desarrollo

Por: DANIEL CONTESSE | Publicado: Martes 11 de abril de 2017 a las 04:00 hrs.
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No se trata de una película ni de mi lugar soñado. Se trata del nombre de un país que tuve la oportunidad de visitar recientemente. Tailandia, que en el idioma Thai se llamaba originalmente Prathet Thai, es decir país libre, que luego en inglés se tradujo como Thailand, la tierra de los libres. Más allá de que es un país lleno de problemas y defectos (¿qué país no es así?), no deja de llamar la atención que su nombre tenga tanta significancia.

¿Se acuerda de los tigres asiáticos? Tailandia es uno de estos milagros económicos y sociales. Pasó de ser un país muy pobre a mediados del siglo XX a un país en vías de desarrollo. Es uno de los ejemplos de progreso de los últimos 50 años en el mundo. Es impresionante ver cómo un país que hace pocos años tenía indicadores muy pobres de desarrollo económico y humano, pasó a ser hoy un país que con sólo mirar su sistema de infraestructura, su industria de turismo o sus exportaciones, da cuenta de un cambio radical que ha ido en directo beneficio de su población. Tailandia tenía en 1959 un 59% de su población bajo el umbral de la pobreza y pasó a menos del 26% en 1980, es decir en menos de 30 años. ¿Cómo lo hizo? Haciendo honor a su nombre. Tailandia pasó de ser un país con una lógica cerrada a una abierta, con una lógica de control central a una de libertad individual. Pasó de un modelo en que se buscaba proteger, a uno donde la clave estaba en la apertura al mundo y la competencia internacional. Desregulación, apertura económica, competencia, fomento de la actividad empresarial y emprendedora, atracción de capitales extranjeros, desarrollo de capital humano, desarrollo tecnológico, son algunos de los conceptos que orientaron el desarrollo de Tailandia. El denominador común: más libertad.

Una y otra vez la historia de la humanidad nos da lecciones sobre los costos que tiene limitar las libertades del hombre. También nos da lecciones sobre los beneficios de ampliar los espacios de libertad. Éste debiera ser siempre el eje central de nuestra discusión. En cada política pública que se discuta, en cada ley, en cada regulación, deberíamos siempre usar como filtro la siguiente pregunta: ¿serán más libres los chilenos con esto?

El nombre Chile es un misterio; existen distintas teorías, pero ninguna de ellas dice relación con la palabra libertad. Ojalá que el camino que tomemos como sociedad para los años venideros nos lleve a que la palabra Chile termine siendo reconocida como un sinónimo de libertad. Aspiro a que nuestro país tenga como su gran sello el ser un lugar donde las personas puedan desarrollar sus sueños y sus aspiraciones. Chile, el país de las personas libres, pero de verdad.

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