Todos los candidatos están hablando de crecimiento, en buena hora. Sin embargo, el programa “base” de la candidata oficialista, Jeannette Jara,del PC, no genera crecimiento ni empleo.
¿A cuál programa nos referimos? A la Plataforma Programática que presentó para las primarias. Si bien la candidata dice que este “ya fue”, y ha presentado uno nuevo para la primera vuelta, y posiblemente puede haber otro para la segunda vuelta, lo que ella y el partido dominante de la coalición -el PC-, creen, está en las siete páginas de la primaria. Lo mismo ocurrió con el actual Gobierno, su diseño de país era el primer proyecto constitucional, no el programa de la segunda vuelta.
“La calidad de vida de los más pobres se puede mejorar sin distorsionar el mercado laboral y generar desempleo con un impuesto negativo (subsidio) al ingreso que incentiva la formalidad”.
El programa parte con un diagnóstico autoflagelante: “La vida hoy está marcada por el abuso”. Pero el gran “abusador” es un Estado que no garantiza lo mínimo a sus habitantes en seguridad, salud oportuna y educación de calidad. ¿Es este Estado al que se quiere expandir su ámbito de acción?
Se postula un modelo de desarrollo (crecimiento) “guiado por la demanda interna”. La demanda interna (DI) es igual al consumo + inversión + gasto de gobierno. Se propone estimular el consumo, alzando el salario mínimo (lo llaman “vital”), a $ 750 mil, señaló la candidata, y expandir el gasto público. El problema es que el crecimiento involucra la oferta y reformas estructurales, se trata de expandir la capacidad de producción, no de manejar la DI.
No existe un modelo de crecimiento basado en la DI. En efecto, la DI + exportaciones - importaciones (exportaciones netas) es la demanda agregada (DA) y es idénticamente igual al PIB. El análisis de Keynes es claro: solo en el corto plazo se puede manipular la DI para atenuar las fluctuaciones en el PIB ocasionadas por un shock a la economía. Por cierto, la inversión es un determinante del crecimiento por su efecto sobre la capacidad instalada (oferta), no por ser un componente de la DI.
Un incremento en el salario mínimo a los niveles planteados, sin un incremento en la productividad, deja a muchos trabajadores sin empleo: se reducen las nuevas contrataciones y se tiende a sustituir empleos actuales, e incrementa la informalidad y quiebras de las PYME. Solo los que logran permanecer empleados se benefician.
Expandir la DI, dada la oferta, solo termina en inflación y déficit externo. Una estrategia similar se intentó en el Gobierno de Salvador Allende, como lo ha recordado Sebastián Edwards: la evidencia es deplorable. El diagnóstico de la UP era que existía capacidad ociosa generalizada en la economía, por lo cual, se estimuló la DI. En 1971 el PIB creció 9%; los salarios reales en 25% y el déficit fiscal saltó a 10,7% del PIB. Para 1973, los salarios reales cayeron 31%; el déficit alcanzó 25%, la inflación bordeaba el 1.000% y el PIB caía 5,6%.
La política social y el crecimiento son temas tratados en el libro “El Puente”. La calidad de vida de los más pobres se puede mejorar sin distorsionar el mercado laboral y generar desempleo con un impuesto negativo (subsidio) al ingreso que incentiva la formalidad. El crecimiento de tendencia se recupera con un fuerte incremento de la inversión y la productividad, como de la participación laboral. No será fácil aumentar el crecimiento al 4%, pero se puede.