Manuel Bengolea

Paciente con “expectatio collapse”. Se necesita un doctorP

Manuel Bengolea Gerente General Octogone Chile

Por: Manuel Bengolea | Publicado: Viernes 10 de julio de 2015 a las 04:00 hrs.
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Manuel Bengolea

El triunfo de Chile en la Copa América 2015 permitió al gobierno y a sus ciudadanos olvidar el estado aciago de nuestra economía. Ahora sin futbol, y aún con la resaca de la celebración, se nos viene una plétora de noticias negativas, que nos recuerdan nuevamente la complicada situación por la que atraviesa nuestro país, tanto a nivel político como económico. Dos factores que combinados constituyen un afección complicada y cuyo padecimiento comienza a ser lacerante.

El desempleo dejó de levitar y terminó por ceder a la lógica económica, anticipada por una caída insospechada en las confianzas de empresarios y consumidores. La actividad económica está, según el último Imacec de mayo, en un punto de inflexión, lamentablemente en esta ocasión para retomar una trayectoria descendente. La inflación contenida a duras penas, causada en parte por la depreciación del peso, pero con trayectoria descendente al menos. Por último, los salarios se ajustan a la realidad de un mercado laboral laxo y de productividad decreciente. Como si lo anterior no fuera suficiente como para indisponer a cualquier persona normal, se junta ahora con el abatimiento de los ciudadanos con su gobierno y sus políticos, el ingente nivel de desaprobación, riesgo institucional que podría ser aprovechado por radicales con ínfulas caudillistas, y cuyos ejemplos campean en América Latina y Europa (Grecia), y cuyo preludio Chile tiene que evitar.

En el gobierno se gatilló la alerta, y ya existe un Cónclave de redefinición del rumbo oficialista ante el complejo escenario económico, liderado por la mismísima presidenta Bachelet, como también la intención de ministros, económicos y políticos, de priorizar y devolver al centro del debate, el tema del crecimiento económico. El problema con el entramado político es que la solución al problema del desplome de expectativas conlleva una solución binaria, esto es dos alternativas posibles. A saber, el gobierno definitivamente rompe con sus socios comunistas, que con una pata en el gobierno y la otra en la “calle”, han sido los artífices, con modelos probadamente fracasados, del desmoronamiento de expectativas, o definitivamente rompe con la DC y parte de los partidos de izquierda moderada, para radicalizarse aún más. Por suerte la última alternativa pareciera perder fuerza y la probabilidad de éxito es bastante baja, pero también requiere que la primera sea claramente reafirmada.

En conclusión, pareciera que la doctora Bachelet llegó a una encrucijada similar a la que enfrentan sus colegas en las salas de emergencia, que no es otra que la de suministrar a los pacientes que padecen de “expectatio collapse”, a saber empresarios, consumidores y ciudadanos, el remedio amargo y doloroso, pero efectivo en el largo plazo, de devolver el crecimiento económico al centro de las decisiones políticas, o desistirse, y dejar que la descomposición crónica de nuestra economía sea el abono para una nueva realidad. Espero que la presidenta Bachelet no olvide que más de treinta años de recetas económicas duras y amargas nos han encumbrado al sitial más elevado dentro de la esfera de países emergentes, mientras que las de reivindicación de populismos y atajos igualitarios, han relegado a países, que a principios del siglo XX se encontraban en la élite mundial (Argentina) y americana (Cuba y Venezuela), al resumidero de la vergüenza y la pobreza en el siglo XXI.

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