Manuel Bengolea

Reforma laboral

Manuel Bengolea Gerente general Octogone Chile

Por: Manuel Bengolea | Publicado: Viernes 18 de marzo de 2016 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Manuel Bengolea

Manuel Bengolea

La reforma laboral propuesta por el gobierno, cercenada por senadores DC, dado su evidente sesgo sindical y anti productividad, amenaza además con transformarse en el detonador del quiebre de la Nueva Mayoría. Lo anterior no tan sólo porque desnuda las diferencias entre políticos embriagados con el brebaje de la sociedad de derechos garantizados, y aquellos pragmáticos que creen que ese es un objetivo, pero no un fin que justifique cualquier medio para lograrlo, sino que además expone las diferencias entre técnicos serios que entienden los problemas que acarreará la mentada reforma y los no tanto, ignotos en muchos casos, que piensan en la próxima elección y no en la próxima generación.

El diagnóstico de la ministra del trabajo, y muchos dentro de la Nueva Mayoría, es que la disparidad de la cancha a favor de los empresarios, en contra de los trabajadores, es clave en la enorme desigualdad que afecta a la sociedad chilena. Independiente de si la desigualdad tiene su origen en la falta de acceso a una educación de calidad, tratar de mejorarla vía reformas al mercado laboral es a lo menos intrépido y riesgoso, porque lo que el gobierno pretende es transferir por decreto una parte de los flujos empresariales a los sindicatos, soslayando el obvio impacto que ello tendrá en la generación de riqueza, clave para poder financiar más y mejores planes que conduzcan hacia una sociedad más pareja.

Si el manido discurso de la CUT y de ciertos políticos, en cuanto a que los empresarios explotan a sus trabajadores, fuese verdadero, entonces las utilidades de las empresas deberían crecer más rápido que los salarios. Pues bien, cuando se analiza la trayectoria de la masa salarial, esto es la evolución de los salarios junto a la creación de empleo después de descontar la inflación, nos encontramos que en el período que transcurre desde 2006 a la fecha, ésta ha aumentado a razón de 5,1% promedio anual, mientras el PGB lo ha hecho a tan solo un 3,8%, y lo más sorprendente es que las utilidades de las empresas del IPSA, crema y nata de la elite empresarial, han observado en ese mismo lapso una caída muy leve. Si, leyó bien, de los flujos empresariales en los últimos 10 años, son los trabajadores los que han recolectado más.

No es casualidad que muchos economistas DC, PPD y PS adviertan que esta reforma es contradictoria con la productividad laboral, esencial para crecer más y consustancial con crear riqueza y mejorar la desigualdad. ¿Por qué insistir en pasarla? Primero porque el gobierno le tiene miedo a los paros y a que los comunistas los dejen, lo cual delata la carencia de liderazgo, y segundo porque el poder corrompe, y en este caso son muchos los políticos que no quieren dejar el Estado, donde la compensación tiene relación con la “pitutocracia” y no con su productividad, con lo cual, el salir de éste les obliga a entrar a un mercado competitivo donde su compensación será acorde a su productividad, y por ende la pérdida de riqueza sería significativa.

La reforma laboral puede que mejore la desigualdad, pero no es la herramienta ideal para lograrlo, tal como nadie emplearía un machete para cortarse las uñas, ya que el riesgo de fallar es que podríamos terminar sin un dedo.

Lo más leído