Las teclas olvidadas Delpiano
Director IdeaPaís
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Nicolás León
Estamos llegando a mitad de año, tiempo en el cual los estudiantes toman un receso y son evaluados para ver los avances de lo realizado en el 2016. Periodo propicio, también, para evaluar cómo ha avanzado la que fuera la reforma estrella de este año: un nuevo sistema de educación superior.
De ésta, hasta ahora se conoce poco, hecho que ha generado dudas tanto en el oficialismo como en la oposición y resquemores en varias instituciones de educación superior. Con todo, no se entiende que una reforma que fue el corazón del programa de gobierno aún presente tal nivel de incerteza y atraso. ¿Es que acaso todo fue una promesa vacía que respondió a un oportunismo?
Esta deficiente gestión legislativa –que se ve reforzada por la deficiente gestión ministerial- muestra un hecho sistemático; el Mineduc no es capaz de dar respuestas acordes a las promesas que se realizan, se atrasan los proyectos de ley y además, con la deficiencia de los proyectos presentados, grupos son dejados fueras convirtiéndose, en los hechos, en los grandes olvidados de la ministra Delpiano.
Los primeros olvidados de la ministra son los más de 125.000 estudiantes que accedieron a una gratuidad mal diseñada -y peor implementada-, los cuales aún, quedando pocos meses de proceso legislativo, esperan una respuesta sustentable que permita dar una salida que supere la incertidumbre que el artilugio de la gratuidad por glosa generó. ¿Cómo hacer oídos sordos a estos jóvenes y sus familias?
Los segundos olvidados son los miles de jóvenes que estudian en universidades que no son de propiedad del Estado. Hasta la fecha, lo que se ha dejado entrever es que los esfuerzos en esta reforma estarían en potenciar la educación estatal. Un fetiche que sólo se sustenta en una supuesta superioridad que nadie ha sido capaz de demostrar, olvidando que los jóvenes chilenos eligen en su mayoría instituciones que cumplen con su rol público sin ser de propiedad del Estado.
Por último, la lista de olvidados continúa con los jóvenes que han elegido desarrollar su carrera en una institución técnico profesional. Ellos, que por años han sido discriminados por falta de recursos y ayudas estatales las cuales históricamente han privilegiado a la educación universitaria, se deben contentar con mediocres aumentos en becas mientras se ve que se privilegia un tipo de educación superior que no tiene su correlato con la opción que elige la población más necesitada del país y que no ha demostrado su impacto social como sí lo hace la educación técnica superior de calidad.
Entre las promesas incumplidas, los problemas de gestión y las presiones de una Confech ensimismada y que cada día es más rechazada, la ministra Delpiano parece hacer vista gorda a estas realidades. El plazo que se autoimpuso el gobierno se acaba y con ello, se acorta la posibilidad de abordar esta reforma con el nivel de profundidad que requiere, haciendo que sea difícil por no decir imposible tocar todas las teclas del complejo sistema de educación superior, dejando nuevamente fuera a los eternos olvidados del gobierno.