¡O pouco que sabemos sobre o Brasil!
Sí, es el país más grande del continente latinoamericano. Pero, más allá de su extensión geográfica, no siempre fue un país dispuesto a salir a jugar un papel protagónico en el escenario mundial...
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Sí, es el país más grande del continente latinoamericano. Pero, más allá de su extensión geográfica, no siempre fue un país dispuesto a salir a jugar un papel protagónico en el escenario mundial. Más bien, lo contrario. Envió sus tropas en la Segunda Guerra Mundial, estuvo junto a los lineamientos de Wa
shington en distintas épocas, hasta que llegó el siglo XXI.
Es como si el cruce del año 2000 hubiera despertado energías nuevas, aunque ellas venían con una historia previa. Nacieron en la calle gritando “directas ya!”, hace 30 años, para pedir elecciones libres y democráticas; de allí emergió un complejo sistema político donde Fernando Henrique Cardoso, con mucho “juego de cintura”, ordenó las finanzas. Todo ello creó las condiciones para que Lula entrara al Palacio de Planalto y, contra todos los supuestos, llegara a ser un gran presidente de Brasil y del continente.
Brasil se ha convertido en potencia regional, configurando acuerdos con China, India y Rusia (BRIC), mientras no deja de apostar al futuro de Africa. Marca presencia en los temas del medio ambiente y de la compleja reformulación económica que deberá emerger tras la crisis global. El gobierno de Dilma Rousseff, primera mujer en ocupar la presidencia, mantiene el rumbo estratégico del país.
Todo ello, en el marco de eventos mayores: el 20° Mundial de Fútbol, en 2014, y los Juegos Olímpicos de 2016, a los cuales el Papa Benedicto XVI acaba de agregar, como anticipo, las Jornadas Mundiales de la Juventud en 2013, con su primera visita a este continente.
Sólo pocas horas de vuelo nos separan de su territorio y sus principales ciudades. Pero, ¡que lejos estamos de Brasil, si nos preguntamos por su ser y su sentido de país! Sabemos que en pocos días más 40 empresarios y dos ministros vendrán a Chile para buscar oportunidades y hablarnos de su desarrollo. Sabemos que a mediados de octubre ProChile llevará por allá una buena muestra de “Sabores de Chile”. Bien, pero mínimo si buscamos comprender por dónde camina y hacia dónde va Brasil.
¿Qué piensan sus nuevos empresarios, sus nuevos políticos, sus filósofos de hoy y sus creadores contemporáneos? ¿Cuánto sabemos de la forma que están influyendo los brasileños en las vanguardias del diseño y de la moda, de la investigación científica y las innovaciones urbanas? ¿Cómo abordarán el ineludible desafío de la desigualdad, que es allí, al igual que en Chile, uno de los más altos del mundo?
Casi no tenemos respuestas para esto, no sabemos quiénes son los pensadores del Brasil contemporáneo ni parecemos tener interés en conocerlos. Cuando pregunté, en otro ámbito, si teníamos algún diálogo con Brasil sobre la crisis internacional (después de todo, tenemos la presidencia del Grupo de Río que este diciembre cumple 25 años y se supone es un mecanismo de coordinación y cooperación política), se me dijo que lo importante estaba en otro lado, en la confianza existente en Brasil para las inversiones chilenas. Estas ya llegan a una acumulación en 20 años de US$ 11.678 millones, con un crecimiento de 2,3% respecto al año anterior. Brasil, después de Argentina (el otro miembro del G-20), es nuestro principal receptor de inversiones. ¿Bastará con eso?
En los dos países se ha dado un gran salto para reducir la pobreza. Pero el tema ya no está ahí: tiene que ver con una emocionalidad política capaz de reclamar nuevos derechos y participaciones. Dilma lo sabe y ha colocado el relato de la ética en el centro de su gobierno. Desde allí busca dar el salto siguiente, tras la herencia de Lula.
Chile debiera estar más cerca de lo que ocurre en Brasil. Hacernos vecinos, sentirnos cercanos. Estudiar su ser y su hacer. Traducir a sus grandes autores en todos los campos. Tener un programa especial de intercambios estudiantiles y académicos. No podemos remitirnos a mirar desde el balcón de los Andes como aquel país se convierte en gran potencia y nosotros ajenos. En suma, entender al Brasil de hoy.